Lo que pasó esa noche

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Ethan se sienta en la camilla, parece quiere estar más cerca de mí o quizá necesita estar más cerca de mí para poder escucharme bien, para contenerse o para darme fortaleza. Me hago a un lado y empiezo todo el relato de lo que ocurrió toda esa terrible noche:

Un golpe en la puerta me sobresaltó —aunque mi voz es muy baja se escucha estridente en medio de este silencio. Está oscuro, sin embargo, puedo ver perfectamente sus ojos oscuros mirándome con fijeza—, pensé que eras tú y querías darle dramatismo al asunto, pero cuando abrí todo fue diferente, en la puerta estaba Camile. Ella me empujó hacia adentro y caí al suelo. Intenté levantarme, pero no pude porque el vestido me lo impidió. Todo fue confuso, todo fue violento mientras ella intentaba someterme. Y entonces Winston la atacó, se lanzó sobre ella y corrí hasta mi habitación, estaba segura de que no faltaba mucho para que llegaras y quería ganar tiempo, luego escuché chillar a Winston, no iba a dejarlo solo, simplemente no iba a dejar que lo lastimaran.

Así que volví y tomé el candelabro de la mesa, cuando regresé me horroricé al ver también a Arthur, él tenía a Winston sujeto por el cuello. Les dije que se largaran, los amenacé con el candelabro, pero me ignoraron y no hicieron caso de mis amenazas.

—¿O qué? —Me pregunto Arthur con sorna y en sus ojos solo había odio, quizá estaba drogado o ebrio—. Ya nos demandaste ¿no? ¿Qué es otro delito más?

Intenté calmarme y pensar fríamente, Arthur tenía a Winston y él no dejaba de ladrar y chillar, mis nervios empezaron a colapsar, el aire empezó a faltarme y ellos lo aprovecharon. Camile cerró la puerta, quise evitarlo, pero ella me abofeteó y me regreso al suelo, quitándome mi única arma.

—¡Retira la maldita demanda! —Me gritó Camile con furia, ella estaba drogada, errática y asustada, en resumen, era más peligrosa que Arthur.

—¡Cállate! —Arthur golpeó a Camile y le entregó a Winston—. Contrólalo —le ordeno—, y por tu bien no dejes que se escape.

Mientras estaban distraídos aproveché para mirar el reloj con disimulo, solamente tenía que aguantar unos minutos más para que estuvieras en casa. Un ladrido de Wins me regresó a la realidad y entonces Arthur sacó de su pantalón una bolsa con coca.

—Vas a inhalarla —me dijo con una risa de suficiencia que me lleno de rabia—, así cuando tu novio llegue y te encuentre cubierta de droga y desnuda tendrá tanto asco de ti que te odiará —sus palabras me atemorizaron, un frío intenso me recorrió y por unos momentos el miedo fue lo único que pude sentir, pero cuando volteé y vi una foto de nosotros el día de tu graduación, el miedo fue sustituido por valor. Me levanté del piso y lo miré fijamente, me negué, no iba a hacerle caso a ese cerdo, no quería ceder. Él lejos de asustarse con mi negativa, me miró con sorna y sacó un arma de su chaqueta y, aunque el valor no se fue del todo, sí me eché a temblar, quizá fuera falsa, quizá no, pero no podía arriesgarme, no podía arriesgar a Winston.

—¿No? ¿Estás segura? ¡Quieres ver cómo le vuelo los sesos entonces! —Él apuntó hacía Winston—. ¿O tú serás la primera? —Empezó a reírse como maniático mientras me apuntaba a mí, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.

—¡Hazlo! —Camile estaba sosteniendo con fuerza a Winston—. ¡Hazlo Arthur! Para que aprenda la zorra.

—Vamos a calmarnos. —Les dije entre valiente y muerta de miedo, estaba segura de que no tardarías o de que alguien escucharía los gritos. Así que estaba ganando tiempo—. Cálmate, por favor —Le supliqué.

—¡Me demandaste zorra! —Arthur se acercó amenazante blandiendo el alma, el aire ya me estaba faltando era el peor momento para tener una crisis. Él se acercó hasta a mí y me tomó fuertemente de la barbilla—. Ahora vamos a mostrarle a tu novio el abogado quién eres realmente. Porqué voy a arruinar tu maldita vida, así como tú me arruinaste la mía.

Por favor, regresa y quédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora