Regalo sorpresa

66 11 20
                                    

Me levanto temprano y con cuidado me deshago del abrazo de Ethan. Me meto a bañar, hoy no correremos, hoy Ethan ira medio día a la oficina y luego pasará por mí para ir al Centro Correccional Metropolitano de Manhattan. Cuando Ethan me lo dijo, tuve mis dudas, creí que iríamos a ver al «asesino» de sus padres, pero al que iremos a ver es al último hombre que su padre encerró, al hombre detrás de la muerte de Ethan e Ivy McLean.

Estoy nerviosa, el abuelo le había prohibido ir en innumerables ocasiones, pero si es algo que él necesita para poder empezar a vivir su vida, entonces voy a apoyarlo, aunque este castigada de por vida.

Esta vez al pisar la escuela no me siento tan ansiosa como antes, me siento un poco más segura. Quienes me conocen me miran con curiosidad, llevo casi dos meses sin venir, es normal que se pregunten qué ocurre. Le mando un mensaje a Jane diciéndole que la veré en la biblioteca y luego me dirijo a la oficina de la directora.

—Señorita Collingwood, que sorpresa verla por aquí —la señora Jones me sonríe con hipocresía.

—Vengo a dejar estos justificantes —le entrego los justificantes que me hicieron Hill y Mónica.

—¿Depresión? —Los lee la directora con desagrado y luego me mira—. Que tonterías son estás para no venir, en fin, nada se puede hacer contra la chica de Byron McLean.

Me trago todos mis insultos, tomo mi justificante y salgo de ahí dando un portazo, deseando que esa horrible mujer sea pronto destituida. Fue buena idea que Hill y Mónica no pusieran nada sobre mi adicción en el papel, seguramente en estos momentos ya estaría expulsada.

Me dirijo a los salones para hablar con los profesores, la mayoría entiende mi situación, en especial el profesor Lake de cálculo, quien se ofrece a darme asesorías después de clase. Mientras camino a la biblioteca para ver a Jane, pienso en que mi decisión fue acertada, sigo recibiendo comentarios horribles y miradas hostiles. Lo único que extraño de este lugar es a los profesores, bueno a algunos. Me encuentro con Jane, está estudiando con una chica que no conozco, la saludo y me siento.

—¡Kennedy! —Dice Jane—. Ella es Mercedes, creo que no se conocían —la chica es morena y muy bonita.

—Hola —la saludo amablemente, pero ella se limita a sonreírme. Supongo que mi reputación me precede.

—¿Y cómo va todo Kenne? —Pregunta Jane intentando suavizar el ambiente.

—Bien, me han dejado unos trabajos extra y haré exámenes finales —Mercedes me mira con desprecio, esto comienza a cansarme.

—Me alegra, no mereces perder el año —dice Jane tan amigable como siempre.

—Qué suerte tienes de tener un tutor rico —suelta al fin, Mercedes—. No tienes que estudiar como nosotras.

—Estudio también, pero en casa —intento defenderme—. Nunca he pagado por una calificación.

—Es verdad —Jane frunce el ceño—, Kennedy es la mejor en física y cálculo.

—Sí tú lo dices —el resto de la hora se vuelve incomoda, así que me apresuro a tomar lo que necesito para poder salir de este lugar, me despido de Jane, pero ella insiste en venir conmigo.

—Voy contigo Kenne, ya hemos acabado ¿verdad? —Mercedes asiente y salgo sin despedirme de ella, seguida de Jane—. Lo lamento, es buena chica, pero —suspira—, hoy se extendió el rumor de que has venido a pagar para pasar de año.

—Que originales —digo con evidente fastidio—. En fin, tengo que irme rápido. Ethan vendrá por mí.

—¿Cómo van las cosas con él? —Jane luce triste otra al preguntarme esto.

Por favor, regresa y quédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora