Sé tú mismo

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Kennedy se duerme entre mis brazos, sin embargo, yo no pego el ojo en toda la noche. Sé que aún no me lo ha contado todo y eso me pone cada día más nervioso. Intento ser paciente, pero cada que tiene una crisis un poco de mí se va desgastando. Claro que eso no quiere decir que no quiera a Kenne, cada día la quiero más, es sólo que, si ella me contara todo esto sería más sencillo, más llevadero.

El sol ya ha salido, Kennedy se remueve inquieta entre sueños, le acaricio la frente y le doy un beso, ella abre sus bonitos ojos azules y me sonríe, su sonrisa me tranquiliza. Kenne no me dice nada, me da un beso y se marcha a su habitación para cambiarse y salir a correr.

Corremos por Central Park sintiendo el frío viento de octubre. Me encanta sentir el viento en la cara mientras corro, eso me despeja y me ayuda a pensar. Jugamos un rato con Winston y regresamos a casa. Rita ya nos espera con el desayuno listo, hoy iremos a música más temprano pues estamos ensayando como locos para el concierto navideño.

Aunque Kennedy luce más tranquila, sé que está pensando en lo que ocurrió anoche. Anoche fue todo un caos para mí. Quiero hacer el amor con Kennedy, me muero de ganas de sentirla también de esa manera, pero no quiero presionarla, jamás la obligaría a hacer nada que ella no quisiera, así que en cuanto nos metemos al auto intento pensar en una manera de abordar el tema.

—Kenne... —empiezo, ella me mira, lleva un suéter de lana enorme. Compramos ropa después de que quemara sus vestidos y donara el resto de su ropa.

—¿Qué sucede Et? —Me pregunta con una sonrisa.

—Lo de anoche... —Dios esto es tan difícil, porque no sé si yo hice algo mal o si ella se asustó solamente o qué carajos pasó—. Sólo quiero que sepas que no voy a obligarte a nada y que no tienes que sentir presión por hacer el amor... —siento mis mejillas arder, quizá me pasé de la raya, después de todo ella está en recuperación y no quiero aprovecharme de ella.

—Ethan yo... —llegamos a la escuela y ella suspira—. Hablemos de esto en la tarde ¿sí? Vayamos por un hot dog y platiquemos.

—Trato hecho dulzura —Kennedy sonríe y me da un beso antes de ir a su clase.

Camino hasta el aula, me llevo mejor con mis compañeros, aunque Sophie sigue incomodándome Es obvio que tengo algo con Kennedy y continúa con sus bobas sonrisas y su coqueteo estúpido. La profesora Gina está complacida con mi talento, tocaré junto con Kennedy y Jimmy en el concierto de navidad la canción «estelar» como ella lo dice.

—Ethie —cierro los ojos con fuerza al escuchar el horrible sobrenombre que me ha puesto Sophie.

—¿Qué pasa Sophie? —Le sonrío intentando poner todo el desdén en mi sonrisa, pero ella lo ignora y continúa.

—Haremos una fiesta todos por Halloween, será este sábado, deberías de venir con Kennedy –no sé cómo interpretar su sonrisa.

—Yo no...

—Señor McLean —salvado por la profesora.

—Nos vemos Sophie —Gina está sentada en el piano, es una mujer majestuosa, elegante. Con su cabello bien recogido y sus dedos gráciles que se deslizan por el piano con facilidad y armonía.

—Siéntate Ethan —me ordena y me siento junto a ella. Gina empieza a tocar a Chopin y yo la imito—. Tienes mucho talento ¿Has pensado en hacer esto profesionalmente? —Dejo de tocar y la miro, ella no para y no me deja responder—. Tienes una habilidad innata querido. Estoy pensando otorgarte una carta de recomendación para Juilliard.

—¿Juilliard? —Repito como tonto.

—Eso he dicho. —Reafirma con sarcasmo—. Estoy segura de que no te será difícil entrar. Entraste a Yale y te graduaste un año antes —me ruborizo y me retuerzo las manos imitando a Kenne cuando está nerviosa—. Sólo es cuestión de que te decidas, piénsalo y te daré mi recomendación y la de los otros dos profesores.

Por favor, regresa y quédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora