Un remanso de paz

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El camino a la farmacia se me hace espantosamente largo y al repasar mentalmente todas mis opciones y descargarlas tan rápido como las pensé, termino llamando a la única persona que le he tomado un poco de cariño y confianza durante toda mi instancia en el Instituto.

―¿Hola? ―Una dulce voz se escucha al otro lado de la línea.

―Jane —digo aliviada—. hola habla Kennedy.

―¡Kennedy! ¿Todo está bien? ―Suena genuinamente preocupada.

―Necesito tu ayuda ―no contesto su pregunta, aunque por el tono alarmado de mi voz supongo que es obvio que nada va bien―. Es algo urgente.

―¿Estás bien? ¿Dónde estás? —Inquiere más angustiada que antes.

―Sí, sí —aclaro rápidamente—. Te envío mi ubicación.

―Claro, estoy allá en unos minutos.

Doy vueltas de un lado a otro esperando a Jane. Estoy muy nerviosa, sigo implorando que este equivocada que sólo sea mi paranoia, un retraso a causa del estrés o qué se yo. Después de unos minutos veo Jane bajarse de un taxi, la pobre sigue en pijama, seguramente la asusté. Jane corre hacía mí con sus cabellos cobrizos revueltos y me abraza.

―Lo siento Jane ―me pongo a llorar en sus brazos―, no le digas a nadie por favor ―los ojos esmeraldas de Jane me miran compasivamente.

―Tranquila Kenne, esto será entre nosotras. ―Algo dentro de mí se remueve y me dice que debo de confiar en Jane, ella siempre ha sido buena conmigo, me hablaba mucho antes de que Camile lo hiciera, siempre es amable con todo el mundo todos la aman y suele evitar las fiestas de Camile.

―Creo que estoy embarazada ―lo suelto sin más y la piel de Jane se torna más pálida. Las lágrimas siguen saliendo de mis ojos sin para.

―Tranquila Kenne, compraremos una prueba ¿vale? ―Asiento llorosa, ella se ofrece a comprarla por mí. Sale con la pequeña bolsa y para un taxi, vamos rumbo a su casa en completo silencio.

Llegamos a un conjunto de casas que no son ni muy pequeñas, ni muy grandes y el vecindario se ve muy agradable y limpio. Jane no es ni rica ni pobre, tiene una vida holgada, sus padres son doctores, o algo así es lo que sé. Pagamos al taxista, su casa es muy bonita es de piedra gris, de esas que tienen sótanos y no tiene jardín.

―Mi madre no está no te preocupes ―me dice cuando entramos, todo es muy pulcro y ordenado. Vamos al baño y me explica cómo usar la prueba con evidente vergüenza–. Es mejor estar seguras, una vez también pasé por un susto a todas nos pasa.

―No te preocupes, no tienes que explicarme nada ―le digo más para tranquilizarme, que para tranquilizarla a ella.

Me deja sola y me hago la prueba, la dejo sobre el excusado y luego abro la puerta. Jane se acerca a esperar conmigo siento que le debo una explicación, pero no sé por dónde empezar, hasta dónde sé Camile no soporta a Jane, sólo le habla porqué todos aman a Jane y ella es una chica maravillosa siempre está ayudando a todos.

―Sé que las fiestas de Camile se han salido de control ―me dice Jane―, siempre ha sido así, empieza como un juego y luego todo se sale de control ―ella me mira con compasión―. Sé que eres lo suficientemente mayor para escuchar sermones y que sólo deseas vivir tu vida, pero ten cuidado, Camile puede arruinar tu vida ya lo he visto antes ―Jane se descubre el brazo y me enseña las marcas de sus brazos, miro los profundos cortes que ya han sanado con una mezcla de horror y sorpresa―. Debe de ser sorprendente ―continúa mientras yo la miro horrorizada―, pero hace unos años pasaba por una fuerte depresión, sólo tenía a Camile y a su grupo de amigos, casi acaban conmigo.

Por favor, regresa y quédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora