―¿Qué quieres Camile? ―Le pregunto volviendo a sentarme, intentando no darle importancia.
―Vine a verte ¿No es obvio? ―Fijo mi vista en sus tacones, los cuáles solían ser míos―. Estás horrible, tu ropa parece sacada de un basurero —las tres sueltan unas risitas bobas.
―No tenía otra cosa ―me encojo de hombros―, después de que te llevaste todas mis cosas tuve que arreglármelas ―Camile se pone roja y se muerde las mejillas. Jane se echa a reír―. Te quedan bien los tacones.
―No sé de qué hablas... ―sonríe de manera fastidiosa, mirando a sus amigas, Amy y Grace. Amy un poco regordeta, de ojos caobas y pelo rizado y corto, mira con desdén mi ropa y se ríe.
―¿Te han echado los McLean? Oímos que en realidad vienes de México, que tu familia te vendió a los McLean porque el viejo Byron había perdido una hija igual a ti ―a nuestro alrededor se escuchan carcajadas.
―Y por eso estás con los McLean porque te tuvieron lastima ―continúa Grace, quien me mira con sus ojos avellanas. Es tan delgada como Camile, pero sus facciones son más delicadas y su piel es más clara. Las tres visten casi igual, tacones muy altos, faldas muy cortas y blusas de tirantes.
El corazón me late con fuerza, siento como la sangre corre más rápido por mis venas y me levanto deprisa, no tolero que nadie se meta con mi familia. Echo un vistazo a la cafetería, todos están mirándonos. Estoy harta de todos ellos, estoy harta de Camile de su voz tan odiosa y chillona, estoy harta de sus amigas huecas, estoy harta de los murmullos de mierda.
―¡Basta! ―Azoto la mano en la mesa, me he hecho daño, pero no le doy importancia y Camile, Amy y Grace brincan del susto.
―¿O qué, zorra? ¿Qué harás? ¿Cogerte a todos? ¿Emborracharte? ¿Irás a llorar con tu abuelito? ―Camile hace un ademán de lloriqueo, mirarla me da asco. Ella sí es una porquería.
―No ―digo tranquilamente y vuelvo a sentarme―. No haré nada más que esperar. Le he contado todo a mi tutor ―digo en voz alta―. Está tan furioso ―intento sonar convincente y parece que le logro porque todos se han callado y Jane me mira atónita―. ¡Ay Camile! Tengo tus amenazas ―le enseño mi teléfono, es obvio que no he grabado nada, pero lucen asustadas y continúo―. De hecho ¡Tengo todas las pruebas del acoso! ¡Le dicho de los murmullos! ―Me levanto otra vez y me acerco amenazante a ella―. ¡Las amenazas! ¡Los mensajes de odio! ―Miro a todos los que nos rodean, sintiéndome poderosa, sintiéndome tan bien porque estoy siendo valiente y sin ayuda de la droga, así que continúo sin temor―. A mi abuelo no le gustó el trato que me están dando y me aseguró que todos iban a estar presos muy pronto y si no lo estaban, se encargaría de arruinar sus solicitudes de universidad.
Me levanto, el silencio no se rompe. Jane me pasa mis cosas, todos nos abren paso y esta vez no me miran, no dicen nada y al fin, logro sonreír porque me he defendido de ellos, quizá con un poco de trampa, pero ellos no han jugado muy limpio que digamos.
―¡Estás mintiendo! ―Escucho el grito histérico de Camile y volteo a verla.
―Arriésgate ―digo mirándola desde la puerta de la cafetería―, pero no olvides que estoy rodeada de los mejores abogados y que a pesar de que me recogieran por lástima, sigo siendo de la familia McLean.
Salgo de la cafetería, comienzo a temblar, Jane tiene que sostenerme para evitar que me caiga. Salimos al patio y nos ocultamos debajo de las gradas.
―Eso fue... wow ―exclama Jane con alegría.
―Estaba tan asustada. Mira ―le muestro mis manos―, aún estoy temblando.
―¿Es cierto? ―Me dice Jane con una sonrisa―. ¿Le contaste todo a tu abuelo que no es tu abuelo? ―Me río por eso último, tengo que explicarle.
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Por favor, regresa y quédate
RomanceDurante 10 años han vivido juntos, han sido los mejores amigos, cómplices en todo o eso es lo que ambos creían... Cuando Ethan regresa de la universidad siendo un abogado consumado y sobre todo frustrado, descubre que aquella muchacha que era su mej...