En la oscuridad

95 17 10
                                    

Ethan y yo volvemos a casa antes que el abuelo, la llamada era de la oficina, nada urgente sólo unos cuantos papeleos. El resto del camino lo hacemos en absoluto silencio, abrumados por el peso de nuestras confesiones.

―¿Era en serio lo de acompañarme? ―Me pregunta Ethan mientras entramos a la casa.

―Por supuesto que sí ―cierro la puerta con cuidado y vamos hasta la cocina a sentarnos en los taburetes del desayunador―. Es lo menos que podría hacer por ti ―continúo―, tú siempre has sido muy bueno conmigo y en verdad deseo acompañarte quizá sea un buen apoyo moral ―Ethan me sonríe y luego enrojece con violencia.

―La verdad es que cuando naciste no te quería, no entendía porque mi abuelo o mis padres te tenían tanto cariño. Solo tenía cinco años, no me juzgues ―se justifica rápidamente.

―Jamás lo haría.

―Luego cuando mis padres murieron y tu familia nos acogió tan bien, me sentí mal por odiarte. Así que cuando llegaste aquí quise ser un apoyo como tus hermanos y tú lo fueron para mí. Pero creo que fallé ¿no?

―¿Por qué dices eso? ―Aquella declaración me toma por sorpresa.

―Porque tú no eres sincera del todo conmigo ―El estómago se me revuelve―. ¿Qué me ocultas Kennedy? Sabes que podemos ayudarte, protegerte de cualquier cosa –Mi corazón late violentamente al oír sus palabras, creí que me había salvado de esto―. ¿Es por tu amiga? ¿Ella te ha hecho algo?

Intento justificarme, pero no puedo ni hablar, Ethan ya sabe que algo no está bien y solo necesitó de un día para ponerse en alerta ¿Y si estaban siguiéndome? Hasta donde sabía aún trabajaban con agencias de detectives, de ahí su gran amistad con mi familia quienes solían ser los mejores en el mercado. ¡Dios mío! Me estoy volviendo una paranoica, ni siquiera había salido de casa, no podían seguirme.

Ethan intenta hablar nuevamente, pero oímos la puerta abrirse. Byron ya llegó justo a tiempo para salvarme. Me levanto con rapidez y antes de que pueda salir Ethan me toma del brazo y me da un abrazo rápido.

―No hemos terminado, Kenne ―dice susurrando―, sólo quiero que estés bien. ―Asiento y me escapo de su agarre.

Aunque nuestro comedor era para ocho personas, nosotros siempre nos sentábamos juntos, Byron en la cabecera, Ethan en la derecha y yo a la izquierda. El desayuno era la única comida que compartíamos todos, pues Ethan y mi abuelo comían en la oficina y muy rara vez llegaban temprano para cenar, cuando ellos no llegaban yo me iba con Rita a la cocina a comer así la soledad no pesaba tanto. Así que hoy es uno de esos días en los que Rita pudo irse temprano porque mi abuelo llego temprano. Byron nos pregunta por nuestro día, parece más contento.

―¿Cómo va el violín Kennedy? ―La pregunta del abuelo me sobresalta, dejo caer la cuchara y respondo torpemente.

―Creo que bien. No he podido practicar mucho y algunas notas me cuestan trabajo ―el abuelo toma mi mano y me sonríe, ese simple gesto me hace entender que todo está perdonado y que podemos seguir siendo tan amigos como antes.

―Ethan ―Ethan levanta la mirada de su plato de porcelana―. Acompaña a Kennedy a buscar un instructor para el verano. Las clases del instituto no son suficientemente buenas para ella ―Ethan solamente asiente, pero pude notar en su mirada una cierta tristeza.

―¿Por qué no retomas el piano Ethan? ―Ethan me mira sorprendido y nadie pronuncia palabra alguna por un instante.

―He tenido mucho trabajo Kenne ―dice finalmente suspirando–, me han asignado casos importantes ―Byron mira atentamente a Ethan, evaluando su respuesta, sus gestos–. No tengo tiempo para tonterías ―sus palabras me lastiman, ya hemos peleado por eso antes, pero esta vez no me rindo e insisto.

―Pero eres muy bueno en ello, podríamos tocar algo juntos.

―No me parece mala idea ―el abuelo nos sonríe―. Siempre fuiste bueno ¿Por qué desperdiciar un talento como ese? Te daré un horario más flexible, días libres y hablaré con Milton para que no te cargue de trabajo con la fiscalía. No tienes porqué estar metido todo el día en la oficina, es un trabajo aburrido para un chico de veintitrés años ―hubo un momento de silencio, hasta que el abuelo continuó―. Pensándolo mejor, me tomaré un día libre e iremos juntos a buscar una buena escuela para ambos ha pasado un buen tiempo desde que salimos como una familia.

―Gracias abuelo ―dice Ethan con una gran sonrisa, pocas veces sonreía Ethan desde que volvió de Yale, hace ya un año―. Será maravilloso salir como familia.

La cena termina y sorprendentemente, hemos conseguido más de lo que esperábamos, una salida familiar, clases y lo más importante había conseguido el perdón de mi padrino a quién realmente amaba y a quién consideraba mi padre.

―¿Kennedy? ―Byron tenía fijos sus caobas ojos en mí, lo miro curiosa y ladeo mi cabeza―. Puedes volver a salir, querida ―una enorme sonrisa se dibuja en mi cara―, pero con la condición de que siempre nos mantengas informados ―me levanto de mi silla y corro a abrazar a mi padrino.

―Lo lamento tanto abuelo, no volverá a pasar.

―Sólo quiero que estés feliz y segura, cariño ―la mirada de Byron se empaña ligeramente―, no sabría que hacer si te perdiera a ti también.

―Lo sé ―digo con el corazón roto.

Mi abuelo había tenido que lidiar con el asesinato de su hijo y su nuera, el cáncer de su esposa y la muerte de su hija pequeña sabía que me amaba tanto como a Ethan, que me consideraba una hija más. Le había causado una gran pena, no pensé en él, en resumen, era una maldita desagradecida.

Me hinco y hundo la cabeza entre sus rodillas mientras lloro y repito la palabra perdón una y otra vez. Y como si otra vez fuese una niña pequeña mí abuelo me consuela acariciando mis cabellos y diciéndome que todo estará bien. Ethan se acerca a nosotros, me ayuda a levantarme una vez que me calmo y ambos abrazamos al abuelo. Lo amamos mucho.

―Es hora de irse a dormir ―nos dice mi abuelo―, mañana tienes que madrugar Ethan.

Nos separamos muy a mi pesar. Mientras recorro el camino a mi habitación la soledad vuelve a apoderarse de mí y todo el amor de mi abuelo y Ethan comienza a esfumarse, la respiración se me dificulta, siento que alguien me observa y comienzo a sentirme más sola que nunca.

Entro rápido a mi habitación y corro hasta mi cama,sin prender la luz, sin cambiarme, estaba asustada, horrorosamente asustada y la oscuridad era absoluta no sólo por fuera, sino también en mi alma. Podía sentir la temible oscuridad consumiéndome, envolviéndome entre sus garras, y esta vez no tenía mi polvo mágico para librarme de ella para combatirla. Esta noche sólo me quedaba llorar en silencio, asustada y terriblemente sola.

Por favor, regresa y quédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora