Rota

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Aquella maldita voz logra aterrarme tanto como la primera vez que la escuché. Mis manos empiezan a temblar y tiro el vaso al suelo, los cristales se esparcen por todos lados y me giro lentamente para encontrarme con los ojos grises de Arthur. El miedo vuelve a paralizarme y no logro controlar los temblores de mi cuerpo, Arthur parece disfrutar de mi reacción pues sonríe con sorna y lentamente, pisando los rotos cristales, comienza a acercarse a mí. Retrocedo de él lo más que puedo, pero mi cuerpo choca contra la pared de la cocina y entonces sé que ya no tengo escapatoria.

―Había escuchado que ahora estabas con Jane, así que la invité para poder verte bebé ―Arthur ignora mis ademanes desesperados por alejarlo y se acerca a mí.

―Aléjate ―logro decirle con pretendida valentía, pero mi voz me contradice, pues no es más que un leve murmullo. Una chica entra en la cocina interrumpiendo la escena, le pido ayuda con la mirada, sin embargo, me mira con asco, toma una cerveza y simplemente se va.

―Te extrañé tanto ―me dice Arthur abrazándome, comienza a tocarme y me paralizo por completo―, estás fiestas no son lo mismo sin ti.

―Arthur por favor ―sigue sin escucharme y comienza a besar mi cuello provocándome nauseas.

―¿Por favor qué, Kennedy? Te has portado muy mal ―se separa de mí y saca su teléfono, mostrándome una foto mía, totalmente drogada, medio vestida y muy ebria―. Sería una lástima que esto llegara a manos de tu nuevo amigo. ―Me echo a temblar y en mi mente aparece la imagen de Ethan enterándose por alguien más de la asquerosa persona que soy y esa sola imagen me aterra más que Arthur en estos momentos.

―Te daré el dinero que quieras ―le digo desesperada―, pero por favor no le muestres nada. ―Arthur sólo se ríe de mí.

―Eres tan estúpida, Ethan McLean, la joven promesa del negocio familiar ¿no? ¿Crees que se fijaría en una zorra drogadicta como tú? No eres más que carne Kennedy, ni siquiera eres bonita, deberías de estar agradecida de que me acueste contigo aún después de tu asquerosa reputación ―Arthur me toma de la barbilla, puedo sentir su aliento a alcohol y miro sus ojos grises con las pupilas dilatadas, su mirada me aterroriza―. No te basta con todos los hombres que te encuentras, no te basta conmigo, sino también con él, eso es asqueroso es como tu hermano ¿no?

Niego con la cabeza, lo que sugiere es repugnante y la imagen que ha presentado de mí es tan horrible que no puedo ni siquiera mirarlo a los ojos, aunque sé que él es peor que yo, soy yo la que no puede mirarle ahora.

―Basta Arthur, me iré ―digo en un acto de valentía, recordando que Ethan está esperándome.

―¡Tú no te vas! ―Dos chicos entran en la cocina, miran como Arthur me toma del brazo y me besa con furia, pero solamente se ríen y se marchan, escucho como murmuran «Otro más a la lista»―. No te iras ―Arthur baja la voz―, porque si lo haces esa foto y muchas más llegarán a tu novio. Así que vámonos.

El corazón comienza a latirme desesperadamente, todo en mi ser me grita por salir corriendo de ahí, por huir, por llamar a Ethan para que venga por mí, a mi abuelo para que me ayude, incluso pienso en gritar para que Arthur se asuste, pero él se da cuenta de mis intenciones y vuelve a tocar su teléfono.

―¿Quieres que tu amado vea esto? ―Y eso es suficiente para que obedezca. Si Ethan ve esas fotos estoy segura de que va a odiarme.

Sigo a Arthur con temor porque sé exactamente cómo va a terminar todo esto y no puedo pensar en otra cosa más que en Ethan esperándome en casa, mirando el reloj, decepcionado una vez más de mí, pero ¿qué es peor? ¿Esta nueva decepción o la que la causara saber la porquería que soy? Sin embargo, a pesar de todos mis temores cuando Arthur me lleva a las escaleras, me detengo, ya hay mucha gente y parece que eso no lo detendrá.

Él me toma del brazo con fuerza, me hace daño, unos cuantos miran la escena, los miro a los ojos con evidente terror, pero me ignoran, no hacen nada, continúan bebiendo, continúan riendo y entonces comprendo que de nada me servirá gritar, que de nada me servirá defenderme en ese momento porque a nadie le importa lo que está a punto de ocurrirme, a nadie le importa mi dolor. Ellos solamente quieren bailar y que la fiesta siga y yo no soy nada más que una molestia para ellos.

El maldito Arthur, me obliga a subir casi a rastras, busco a Jane con la mirada, sin embargo, no la encuentro y siento una fuerte opresión en el pecho acompañada de una terrible angustia. Arthur me mete a una habitación y comienzo a llorar, a sentir asco, la desesperación me embarga y me hace actuar, así que me suelto de su agarre y corro para intentar salir, pero él me jala los cabellos, me da una bofetada y termino en el suelo.

―¡No vas a volver a hacerlo! ―Arthur me levanta con fuerza y me avienta en la cama―. ¡Deja de llorar zorra! Sé que te gusta, si no te gustara no habrías venido.

Quiero negar todo, quiero ser fuerte, quiero gritar, quiero pelear, pero no puedo. Arthur saca de su cajón una bolsita con polvo blanco, llevo dos días sin probarlo por Ethan y para ser una mejor persona. Vuelvo a rogarle a Arthur que pare y él vuelve a ignorarme me abre la boca para que me lo trague todo. Me resisto, cierro la boca con fuerza, pataleo y sigo llorando.

Tengo que pelear me repito una y otra vez mirando en mi cabeza la imagen de Ethan esperándome en casa, viendo a mi abuelo preocupado y luciendo más cansado, más viejo por mi culpa, por ellos, por mí, continúo peleando y me defiendo como nunca antes lo había hecho, pero mis acciones solamente descontrolan a Arthur y lo único que consigo es que me pegue con el puño cerrado en mi cara.

―¡Ya cállate Kennedy! ―Me golpea una y otra vez, en el rostro, en el estómago, sin importarle el dolor que estoy sintiendo.

Intento cubrirme de los golpes y entonces Arthur aprovecha que estoy cubriendo mi vientre, así que me tapa la nariz por unos segundos, obligándome a abrir la boca y me mete toda la cocaína a la fuerza, trato de escupir la droga, pero no me deja, envuelve mi boca con sus asquerosas manos y no tengo más remedio que tragar todo, sino quiero ahogarme.

Esta vez Arthur no espera a que la droga que me haga efecto, está muy enojado y me mira con odio, con rabia y sin el efecto de la coca puedo sentirlo todo. Puedo ver cómo me arranca la ropa, puedo escucharlo reír, puedo apreciar lo brusco que es conmigo.

Lo siento todo, siento el dolor de sus golpes, siento la humillación, la degradación a la que me está sometiendo. Cierro los ojos con fuerza, percibiendo las lágrimas y el dolor desgarrador que me provoca Arthur. He vuelto a perder y lo único que puedo hacer es abstraerme para dejar de sentir mi cuerpo, para dejar de sentir este horrible dolor, esta terrible humillación. Y mientras Arthur hace conmigo lo que quiere no puedo dejar de pensar en Ethan decepcionado de mí una vez más, esperándome en casa, arrepintiéndose de todo, odiándome y quizás odiándose por confiar en mí.

El tiempo es eterno, tan eterno que deseo estar muerta en estos momentos, deseo estar en casa, deseo que Arthur este muerto, deseo tantas cosas en aquel tiempo que nunca podría terminar de decirlas. Pero al fin termina todo esto, mi mente vuelve a conectarse con mi cuerpo y entonces veo a Arthur levantarse satisfecho después haberme usado a su antojo. Él se viste con prisa y se atreve a mancillarme aún más dándome un beso en la frente, ensuciando el recuerdo del beso que Ethan me había dado en ese mismo sitio hacía sólo dos días.

―Eso fue divertido ―me dice con descaro―, no tardes en bajar, otros quieren a usar este cuarto.

No digo nada, él sale de la habitación dejándome rota porque está noche fue muy diferente a las otras, hoy experimente todo, fui consciente de la manera en la que he sido usada por Arthur, por todos los malditos que me rodean. Hoy Arthur se ha llevado una parte de mí y no se cansará de esto hasta que me vea totalmente destruida. Me quedo acostada mirando el techo, soy incapaz de levantarme, no puedo hacer nada más que llorar y pedirle perdón a Ethan en silencio.

―Perdóname Ethan ―le digo al vacío, me digo a mí, lo digo con fuerza esperando tontamente que él pueda escucharme y pueda perdonarme por todo lo que ha pasado esta noche, que pueda perdonar que nunca volveré a ser esa Kennedy a la que alguna vez quiso, pues hoy solamente soy un pedazo insignificante de la mujer que alguna vez fui, hoy estoy completamente rota.

Por favor, regresa y quédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora