La verdad

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Casi no he dormido revisando los papeles para el caso, la audiencia fue todo un éxito y el juicio será en diez días. En teoría es un caso fácil de ganar, tenemos los exámenes, tenemos los testimonios, tenemos fotos de la chica lastimada junto al acusado. Prácticamente tenemos todo para ganar así que dejo de preocuparme por ahora.

Sin embargo, el caso no es lo único que me ha causado insomnio. El radical cambio de Kennedy ha contribuido bastante, aunque sigue igual de delgada su ánimo ha mejorado mucho, ha vuelto a sonreír y salvo por la tristeza que aún puedo ver en sus bonitos ojos, casi ha vuelto a ser la de antes.

Con esto en mente y con apenas unas horas de sueño, manejo hasta su escuela, hoy es nuestra primera clase en el conservatorio y eso me tiene sinceramente emocionado. Si ser abogado fue el camino que elegí para honrar a mi abuelo y a mi padre, tocar el piano es el homenaje para mi madre.

Pocas veces pienso en mis padres, es mejor para mí evitar pensar en ellos, pero hoy no he podido hacerlo ¿Estarán en algún lugar? Si pudieran verme ¿se sentirían orgullosos? Seguramente amarían a Kennedy, siempre la quisieron.

Al fin, llego a la escuela, la cual está repleta de adolescentes tontos e ingenuos. Me río internamente, seguramente yo también me veía así a esa edad. Miro a Kennedy a lo lejos, viene con Jane, están platicando, Kennedy está muy seria, tiene los labios tan fruncidos que se han convertido en una fina línea.

Bajo del carro y camino hacía ellas. Jane me ve primero y agita el brazo vigorosamente a manera de saludo, Kennedy voltea para ver a quién saluda su amiga y en cuanto me ve una enorme sonrisa cruza por su rostro, me ruborizo y me siento como un tonto al comprobar que su sola sonrisa ya me ha hecho el día entero.

—Hola Jane —me acerco para saludarla con un beso—. Hola Kenne —me siento tan feliz de verla que me atrevo a levantarla entre mis brazos y le doy vueltas mientras ella ríe.

—¡Bájame!—Exige entre risas melodiosas—. Estás loco —me golpea ligeramente el hombro cuando la dejo en el suelo.

—¿Estás lista? —Kennedy asiente sonriente y luego mira a Jane.

—¿Podemos dejarte en algún sitio? —Jane mira a Kennedy con un dejo de melancolía y luego a mí con... ¿tristeza?

—No, mi mamá vendrá por mí. No te preocupes. Mucho éxito en sus clases, nos vemos Kennedy —ambas se abrazan y Jane le susurra algo a lo que Kennedy solamente asiente—. Nos vemos Ethan.

Kennedy y yo nos subimos al carro, vamos cantando todo el camino. La veo de reojo, está mirando por la ventana los rayos del sol iluminan su rostro y en ese momento sé, que nunca he visto algo más hermoso en toda mi vida. Llegamos al conservatorio, ella se baja y se echa a correr.

—¡Nos vemos anciano! —Me dice riéndose, al ver que aún tengo que estacionar y no voy a poder alcanzarla.

—¡Eso es trampa! —Estaciono y salgo del auto.

El señor Brown me recibe con exagerada zalamería e insiste a llevarme hasta mi aula. Entro en el aula, es un salón espacioso tiene varios pupitres y un piano. En total somos cinco chicos de entre veinte y treinta años. Una mujer morena quizá un poco mayor que yo me sonríe con coquetería. Es bonita, tiene un rostro armonioso en forma de corazón, pero no es Kennedy así que me limito a saludarla y reviso mi teléfono hasta que llega la profesora.

—Buenas tardes —la profesora es la mujer de pelo cano que estuvo conmigo en la audición—. Mi nombre es Georgina Laurent, pero pueden decirme Georgina o Gina.

Comienza la clase, la profesora nos hace tocar una canción a dos manos y anota en su libreta. Así pasamos la clase, yo decido tocar algo sencillo «Historia de un amor» de Beethoven. Me pone ansioso lo que la profesora anota, pero me mantengo tranquilo después de todo ya estoy aquí. Termina la clase, la chica morena se me acerca y por más que intento huir me alcanza.

Por favor, regresa y quédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora