Arruinar todo

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Me levanto y subo al estrado me estoy sofocando en este vestido de lana. Me retuerzo las manos nerviosa y antes de subir miro a Ethan, él me dice en silencio que me ama y subo con un poco de más confianza. Milton empieza a interrogarme me pregunta del acoso previo de Arthur, luego de mi primera fiesta en la que Camile prácticamente me drogó, me pregunta sobre el acoso en la escuela y finalmente sobre la violación, mientras la narro no puedo evitar llorar.

Cuando termina Milton, Martin salta de inmediato para interrogarme. Me mira como un gato a su presa y siento un terrible hueco en mi estómago, la boca se me seca y siento el sudor correr por mi frente.

—Señorita Collingwood —empieza Martin y concentro toda mi atención en él—. Me puede explicar su relación con Ethan McLean —eso me descoloca unos segundos, volteo a ver a Milton, pero Martin se pone entre nosotros tapando todo contacto visual.

—¿Relevancia su señoría? —Escucho la voz de Milton y miro a la juez.

—Quiero probar un punto importante su señoría, que prueba el curso de las acciones de Kennedy Collingwood.

—Continúe abogado. Conteste señorita Collingwood —asiento y trago con fuerza.

—Es mi novio —digo con orgullo.

—¿Desde cuándo? —Pregunta antes de que termine de contestar.

—No lo recuerdo con exactitud —es verdad no puedo recordar la fecha.

—Reformularé mi pregunta señorita. ¿Fue antes o después del supuesto ataque?

—Yo... —estoy segura de que fue después, pero la maldita fecha no me viene.

—Porque tengo testigos que afirman que ustedes dos mostraban un comportamiento fuera de lo usual desde mucho antes del ataque —se acerca más hacia mí y empiezo a temblar—. Así que, esa noche envalentonada por las drogas y el alcohol usted subió con mi cliente, tuvieron sexo rudo y luego alegó violación para que su novio no la botara ¿no?

—No, eso no es cierto... —no sé cómo defenderme de este ataque. En estos momentos lo único que quiero es bajarme de aquí y correr lejos de todo esto.

—¿No? Prueba de la defensa número veinte su señoría —le pasa unas fotos a la juez y unas a Milton, quién frunce el ceño y un escalofrío me recorre por todo el cuerpo.

—Su señoría esto no estaba en las pruebas —¿qué son esas fotos? ¿serán las que me tomó Arthur?

—Las conseguí ayer —dice Martin—. Fue difícil —la juez lo permite—. ¿Conoce a estos sujetos? —Esto es peor que las fotos que Arthur me tomó son fotos mías saliendo de los bares acompañada de hombres.

—A algunos... —admito con voz ronca.

Tomo las fotos entre mis manos y mientras las miro con detenimiento siento que toda la dignidad, la valentía y el orgullo con el que entré hoy, se desvanece. Vuelvo a sentir asco de mí, vuelvo a odiarme, pero en especial siento una enorme vergüenza pues ahora todo el mundo sabe la clase de persona que fui, que soy. Martin está ensuciando mi imagen no sólo ante el jurado, sino también ante mi familia y amigos y eso es lo que más me duele.

—Ellos la conocen bien señorita —lo miro otra vez—. Dicen haber dormido con usted. Así que estaba tan ebria y drogada que no recuerda nada ¿no es así? Y ¿no estaba drogada y ebria la noche en la que dice que mi cliente la violó?

—Él me drogó y luego me violó —mis nervios están al borde del colapso. ¿Cómo alguien puede defender a Arthur? Esa basura me lastimó y me arruinó la vida.

—¡Usted no es la mujer honorable que quieren hacernos ver! —Me señala e intento retroceder—. No es más que una niña rica malcriada que temía de las consecuencias de sus actos ¿no?

Por favor, regresa y quédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora