Una sombra

56 9 4
                                    

Habia hecho muchas veces el amor, pero en ninguna había expuesto mi alma como en esta, en ninguna me había entregado plenamente y nunca había amado como amo ahora.

Recorro cada centímetro de la piel de Kennedy en un vano intento de grabármela por siempre. La lleno de besos y acaricio cada parte de su ser, adorándola a mi manera, disfrutando de oír entre suspiros mi nombre en sus labios como si se tratase de la más bella canción de amor. Con cada caricia con cada beso quiero recordarle, hacerle ver que ella es lo más sagrado que poseo y cuando llega el momento justo, el momento adecuado, me uno a ella encajando perfectamente con cada parte de su cuerpo.

Y así, nos volvemos un solo ser, aquel ser que el universo separo hace tanto tiempo y que hoy vuelve a juntarse de manera impetuosa, de una manera que no es totalmente extraña pues nuestras almas ya se habían tocado hace mucho tiempo, ellas ya se habían reencontrado en el vasto universo y en este momento solamente estamos sellando esta unión con nuestros cuerpos llegando ambos a un éxtasis hasta entonces desconocido.

—También te amo Ethan —me dice Kennedy cuando todo acaba y yo cubro de besos todo su rostro mientras ella se ríe.

—Nunca vuelvas a dejarme —le digo dolido y ella niega con la cabeza.

—Jamás, somos piezas Et, piezas que no encajaban en ningún sitio y hoy han encajado perfectamente aquí —Kennedy vuelve a besarme y sonrío.

Nos levantamos del suelo del salón de música cuando comenzamos a sentir frio, Kennedy se echa a correr hasta su habitación riendo y se mete entre las sábanas, asustando a Winston. Me recuesto junto a ella y nos envolvemos bien en las mantas. Nos volteamos a ver y ella me sonríe como nunca antes, con una sonrisa llena de paz, una sonrisa que es capaz de alumbrar todo mi mundo.

—Eres muy hermosa —le digo mientras acaricio su rostro—. Cuéntame más de ti.

—¿Qué quieres saber? —Me pregunta aún sonriente y acercándose más a mí.

—¿Cómo fue tu primera vez? —Sus ojos se nublan unos instantes y su sonrisa se esfuma, pero se recompone.

—No la recuerdo muy bien —admite con tristeza—. Para mí, está ha sido mi primera vez. La primera vez que no siento vergüenza alguna o miedo de qué pasará después.

—Lamento mucho eso —y en serio lo lamento—. Te prometo que voy a amarte cómo te mereces.

—No importa ya, al menos no ahora que sé lo que en verdad es hacer el amor —juro que nunca la había visto tan hermosa mientras yace desnuda, despeinada y con un brillo especial en su mirada—. ¿Y tú Ethan McLean? ¿Cómo fue tu primera vez? —Me río al recordarlo.

—En la fiesta de graduación del Instituto, estaba aterrado, la chica con la que salía tenía muchísima más experiencia que yo. Estoy seguro de que aún se ríe de mí. Terminó haciendo todo ella y bastante molesta —Kennedy se ríe y me da un beso.

—La práctica hace al maestro —esta vez yo me río.

—Una vez termine con el ojo morado —Kennedy abre la boca asombrada y se pega más a mí, mirándome con picardía.

—¿Tú? ¿El niño perfecto de Byron McLean? —Asiento divertido.

—En la universidad bebía mucho, aunque no lo creas —sigue mirándome con sorpresa—, estaba enojado de estar ahí y de que encima tuviese maldito talento para las leyes. Así que en una fiesta me embriagué mucho y terminé en una casa de fraternidad teniendo sexo con una chica que no conocía y que tenía un novio que parecía un mastodonte —Kennedy se ríe no lo puede creer.

—¿Y después? —Pregunta con una curiosidad que me parece bastante tierna.

—El tipo nos encontró, me golpeó y luego recuerdo que terminé despertando en un jardín con una toga puesta, los aspersores me despertaron —Kennedy hace una mueca escandalizada.

Por favor, regresa y quédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora