Annette es una joven que ha sufrido mucho, no solo había perdido a sus padres y su hermana pequeña en un accidente de coche sino que además debía empezar de nuevo en un lugar desconocido para ella. Forks.
Tendría que irse a vivir con su tía Charlot...
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El Lunes también amaneció soleado, tanto Evelyn como Anne estaban emocionadas. Fueron a clase en tirantes intentando absorber todo el sol que pudieran y no eran las únicas, todos los estudiantes habían tenido la misma idea.
Durante todo el día Anne no vio a ningún Cullen, la joven escuchó a Jessica decirle a Bella que cuando hacía buen tiempo la familia se iba de acampada. Aunque Anne sabía que realidad iban a cazar. ¿Qué le ocurriría a la luz del sol? Ella recordó uno de sus sueños donde ellos brillaban, su piel era como los diamantes, como si estuvieran hechos de cristal. ¿Sería eso real? A Anne le hubiera gustado verlo en persona. Era hermoso y nada aterrador.
Jessica propuso ir a Port Angeles mañana, Bella se apuntó ya que necesitaba un libro. Angela y Jessica necesitaban un vestido y querían que Anne le diera su opinión.
Cuando las clases terminaron y ambas hermanas llegaron a casa. Anne no dudo en irse detrás de casa para hacer los deberes. Se llevó una toalla y se tumbó en el suelo mientras hacía su trabajo. Sentía el sol y la calidez que éste transmitía y eso le gustaba. Odiaba admitirlo, pero Anne echaba de menos el sol.
Mientras estaba detrás de casa, Anne era ajena a su alrededor. No sabía que era observada por unos ojos que la miraban con fascinación. El pelo de la joven parecía arder como el fuego, no era pelo eran llamas. Aquel rojizo relucía de una manera que era hipnótico.
Podía observar y contar cada peca que decoraba aquella piel tan blanquecina, parecía porcelana, capaz de romperse con un leve toque. Su labio inferior había sido atrapado entre sus dientes, un gesto inconsciente mientras estaba concentrada, probablemente con Trigonometría. Para el misterioso observador, aquel gesto no podía ser más seductor.
El observador se obligó a si mismo a apartar la vista, sus pensamientos se desviaban al ver aquella piel... ¿Sería tan suave al tacto como parecía? El observador retrocedió, alejándose de aquella imagen tan tentadora e idílica para él.
En cuanto comenzó a atardecer la joven entró en casa y preparó la cena para las tres. Poco después llegó Charlotte bastante cansada. Agradeció que Anne hiciese la comida y las jóvenes comenzaron a comer. La pelirroja aviso que mañana se iría a Port Angeles con unas amigas, pese a sus insistencias para que Evelyn fuera con ellas. La hermana tenía otros panes, que incluían a cierto chico de la reserva.
Cuando terminaron de cenar y recogieron, Anne subió a su habitación, se puso el pijama y se tiró sobre la cama para leer. Pasaron horas, hasta que sintió unas piedras golpear su ventana. Anne se acercó despacio y la abrió viendo a Jasper frente a la casa.
-¿Qué haces aquí? -dijo divertida
-Vengo a verte ¿Puedo entrar?
El misterioso observador en realidad había sido él, pero ahora que era de noche, podía moverse libremente sin ocultarse. Además para que negar lo obvio, extrañaba verla, le gustaba observarla en la distancia, admirarla.
