Annette es una joven que ha sufrido mucho, no solo había perdido a sus padres y su hermana pequeña en un accidente de coche sino que además debía empezar de nuevo en un lugar desconocido para ella. Forks.
Tendría que irse a vivir con su tía Charlot...
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Jasper aparcó el coche y miró a la joven pelirroja a su lado. Él no deseaba que ella se fuera, y Anne no deseaba irse. Pero ella tenía que admitir que deseaba estar en casa, con su pijama y en su sofá, quizá viendo alguna serie o película. Miró a Jasper con una sonrisa en los labios que él no dudó en devolver.
-¿Te veré mañana? -preguntó ella con cierta esperanza.
Él asintió con una sonrisa. Sin embargo se percató que no había nadie en casa. ¿Estaría mal entrar? ¿Pasar más tiempo con ella?
-Estas sola en casa. -avisó él
-Charlotte tenía turno y Evelyn habrá salido. -explicó Anne, aunque él no había preguntado.
Ambos se miraron sin llegar a dar ninguno el gran paso. Uno quería entrar y otro que se quedará pero ningún era capaz de hablar.
-Si quieres... puedes... -ella no estaba segura de qué decir.
-Sí -contestó él con rapidez.
Anne ni siquiera había terminado de hablar, pero él no necesitaba escuchar para saber que le ofrecía, podía sentirla. Contestó tan rápido que Anne no supo si de verdad lo había escuchado.
-Pero antes debo llevar el coche a casa...-dijo él- Volveré.
-En ese caso, te veo en unos minutos -dijo Anne con una sonrisa.
La joven se bajó del coche y ando hasta la casa. Jasper no se fue hasta que la vio entrar.
Él condujo todo lo deprisa que pudo para poder estar lo antes posible de vuelta, ella sabiendo que a la velocidad que conduce solo tendría unos minutos, subió a su habitación corriendo para ponerse cómoda. Se dio una ducha rápida y se puso su pijama preferido. Cuando bajó a la cocina, el timbre de la puerta sonó.
Ella abrió la puerta y Jasper estaba ahí con una sonrisa encantadora. Anne se echó para un lado, para que entrará.
-Adelante caballero -dijo ella divertida.
Él entró en casa, pasando justo al lado de la joven. Sin poder evitarlo, él aspiró su aroma, olía deliciosamente bien. El hambre se asomaba peligrosamente, pero Jasper lo mantuvo a raya. Decidió no respirar.
-Hueles a vainilla -dijo sin ser consciente.
-Sí, -dijo ella sonrojada- Si quieres puedes sentarte en el sofá. Voy a hacerme la cena.
Ella se dirigió a la cocina, sin embargo, Jasper la siguió observándola. Ella ajena a la mirada del rubio, abrió la nevera y sacó varias porciones de pizza que calentó en el microondas. Cuando se giró dio un respingo al ver a Jasper ahí en el marco de la puerta mirándola.
-¿Qué? -dijo ella al ver su mirada, era difícil poder explicar cómo la miraba, pero si tuviera que hacerlo diría...Fascinación, ¿admiración?.
