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Ese mismo día me llevaron a un Orfanato, allí me atendió la señora Jonson. Me llevaron a una habitación junto mis maletas y me dejaron descansar.

¿Cómo se suponía que iba a dormir después de todo lo que pasó? No podía cerrar los ojos, siempre que los cerraba veía la imagen del cuerpo de mi padre sin vida.
No le pude decir adiós, no pude hacer nada para evitarlo y eso es lo que más me duele.

Me levanté de la cama y con cuidado de que nadie me viera subí a la azotea del Orfanato, me acerqué al borde viendo a los coches pasar por la autopista a lo lejos.
Quería que todo el dolor se acabara, pero no pude hacerlo, algo me detenía.

-Si vas a tirarte, tírate ya-

Me alejé del borde y miré hacia donde provenía esa voz.
Él, seguramente tendría quince años, dos más que yo.

-Dime ¿cómo te llamas?-

Le miré incrédula, es decir, hacía tan solo unos segundos me dijo que me tirara y en ese momento quería saber de mí.

-Me llamo Irish-

-¿Y qué piensas hacer?

Miré hacia el borde del edificio y después a aquel extraño.

-Ya lo sabes-

-¿Por qué dudas tanto? Solo tienes que tirarte si de verdad es lo que quieres-

Fue cuando me dí cuenta. Yo no quería tirarme, simplemente quería que todo volviera a la normalidad. Pero sabía que eso no iba a ocurrir.

-Eso no es lo que quiero-

-Entiendo, eres la nueva, todos intentan hacer una tontería. No te desanimes, no eres la única que a pensado en tirarse por ese mismo lugar-

-¿Puedo saber quién eres?-

Ese niño era muy extraño, definitivamente.

-¿Me lo preguntas por qué realmente quieres saberlo o por qué tienes curiosidad de quién es este tipo tan raro?-

-No tienes que decírmelo si no quieres-

Me dí la vuelta para volver a mi nueva habitación pero antes de irme le volví a mirar.

-Gracias por tu ayuda-

-Lo que tú digas-

Me dirigí a mi habitación y saqué mi pijama de la maleta, me lo puse y me tumbé en la cama.
Estaba claro que no iba a poder dormir. Cogí mi móvil y lo dejé cargando en la mesilla que había a mi izquierda.

Estaba sola, pero intenté superar todos los obstáculos.
Siempre había pensado que la vida era complicada, pero tenía a mi padre ayudándome. Hasta ese día, en el que alguién le atropelló y lo apartó de mi vida.
La vida se me hizo aún más complicada desde ese día.

De un momento a otro me quedé sin nada, ni nadie.

No sabía que hacer pero tenía la sensación de que tenía que hacer algo. Tal vez no ese día, tal vez un poco más tarde.
No podía marcharme aún. Tenía que aprender a vivir de esa manera, sola.

му ωαуDonde viven las historias. Descúbrelo ahora