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Al día siguiente me desperté y fui al baño a lavarme la cara. Me miré al espejo y vi que tenía los ojos un poco hinchados al haber llorado a la noche.

Me puse el uniforme y bajé a la cocina encontrándome con todos sentados alrededor de la mesa desayunando.

-Buenos días- dije algo incómoda y me senté en una de las sillas.

-Buenos días, hija. Toma, tu desayuno ya está listo- dijo mi madre sirviéndome el desayuno.

-Gracias mamá- dije sonriéndola.

Fue cuando mi abuela se levantó de la silla.

-Esto ya es demasiado. Primero adoptáis a esta niña, ¿y ahora resulta que la llamáis hija?- me miró y bajé la mirada a mi desayuno -Y por lo que veo la habéis matriculado en un colegio privado- dijo con una pequeña risa.

Mis ojos empezaron a escocer. Mi corazón dolía. No solamente me odiaba sino que... ¿quería que todos me odiaran?. Le miré a Jisung al escuchar un llanto. Estaba llorando y todo era por mi culpa.

-Disculparme, pero tengo que ir a clase-

Me levanté, me dirigí a la salida, cogí mi mochila y salí lo más rápido que pude de aquella casa.

Por el camino intenté no llorar ya que tenía que ir a clase y quería poder concentrarme en esta.

Al llegar al Instituto entré a mi clase cuando sonó el timbre y me senté en mi sitio. Donghyuck aún no había llegado.

Yo seguía pensando en mi abuela. Tal vez ella tenía razón. Tendría que haberme quedado en el orfanato, no me merecía una familia.

Ya tuve la mía y se derrumbó. No merecía nada de lo que tenía en ese momento. Esa señora, me engañaba a mi misma al llamarla abuela, ella tenía razón. En todo.

му ωαуDonde viven las historias. Descúbrelo ahora