84. Planes inesperados

8 2 0
                                    

Lunes, 19 de agosto de 2018

Perdón, pero creo que deberíamos ayudar a Marius —Cristina subió las escaleras lo más rápido que pudo cuando Alba le envió un mensaje diciéndole que estaban arriba, buscando a la impostora de la inspectora.

—Joder —Lucas seguía pensando que lo mejor era buscar a esa persona —, ¿podemos dejar un momento los problemas personales? Es que veo que así no llegaremos a nada.

—¿Perdona? —Cristina se enfadó —. Tú sí que tienes un buen problema, ¿es que no te importa la gente?

—Sí, por eso quiero acabar con esto.

—Pero si alguien de nosotros está mal deberíamos ir a verlo, ¿no? —nadie más decía nada.

—Mira, creo que ya me voy yo solo a solucionar todo esto, haced lo que queráis vosotros —y con la llave que tenía Zac, abrió una puerta que parecía ser un pasillo secreto en vez de una habitación.

—¿Cómo coño sabías que esto estaba aquí? —preguntó Santi desconcertado.

—También he investigado por mi cuenta, eh —después miró a Cristina —. ¿Por qué sigues aquí? Id a ayudar a Marius, ya me ocupo yo de esto.

Las hermanas Varela prefirieron ir con Cristina y Yoel estaba a punto de hacer lo mismo, pero no quería dejar solo a alguien de su propia familia.

—Voy contigo, no vaya a ser que ahora te maten a ti —se adelantó Santi, pero Yoel siguió detrás suyo.

Hacía frío ahí, extraño. Estaban en agosto, en pleno verano, con un calor de casi 40º. ¿Cómo se podía pasar frío ahí ahora? Esa sensación la notaron los tres mientras se adentraban más y más mientras la luz de las esquinas de la puerta se iban apagando.

Se pararon un momento para abrir sus linternas y para que así no chocasen contra algo, y qué suerte que no caminaron más porque a diez centímetros de Lucas había una pared. Los tres miraron a los lados y vieron que solo podían girar a la derecha, así que sin decirse nada entre ellos, empezaron a caminar hacia la misma dirección.

—¿Alguien sabe exactamente en qué punto estamos del hotel? —preguntó Santi después de subir unas escaleras muy estrechas pero que todos podían pasar fácilmente.

—Ni puta idea —dijo Lucas —, tendríamos que habernos fijado antes —se rio —. Joder, pero es que esto es brutal, tiene que haber algo por aquí si existe.

—Bueno, sí, ya —comentó Yoel —, pero una cosa. Sé que últimamente no te cae bien Camila... pero ella tiene los planos, ¿por qué no se los pedimos? —los otros dos pararon de caminar.

—Lo he pensado —dijo Lucas —, pero no sé si realmente nos los dará todos o se va a guardar los más importantes para ella —de repente, una luz delante de ellos se encendió, era una luz más potente que la linterna de sus móviles y se quedaron petrificados por un momento.

—¿Que me voy a guardar los más importantes? —estaba a medio metro de ellos y después extendió el brazo para darle unos papeles —. No los necesito, los tengo en mi cabeza, listillo —se seguían sin moverse —. Gina, vamos —y después de pasarlos de lado les dijo unas últimas palabras —. La inspectora está en un cuarto de la tercera planta por si la buscáis —y sin darles más información, ella y Gina bajaron las escaleras que los chicos acababan de subir para salir.

Lucas enfocó su linterna a esos ocho papeles que le había dado, los cuales mostraban los pasillos secretos y había dos hojas por cada planta, cada una hecha en un color diferente y conectado las escaleras de unas con las otras.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora