89. Hora de hablar

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Lunes, 19 de agosto de 2018

Comed rápido, chicos.

—Lucas —al parecer su hermana estaba sentada a su otro lado y por una parte entendió que lo que hablaban entre los chicos siempre era entre ellos, pero se volvió a sentir mal por no haber contado con ella esta vez, tampoco —. Una cosa —su hermano la miró mientras ella intentaba mantener el tono bajo para que los padres no se interesasen en lo que contaban —, ¿sabes dónde está Marius? —miró hacia esa mesa vacía en la esquina. No se había presentado nadie de la familia Rudi y faltaban solo cinco minutos para que la gobernanta no aceptase más personas en el restaurante.

—No —su contestación fue muy seca —, y tampoco le veo la importancia ahora —no sabe por qué, pero Sara veía a su hermano mosqueado por algo, pero más que algo, era por cosas diferentes que se le habían acumulado.

—Pero sé que de momento ellos saben más que todos nosotros —Santi y Yoel también estaban escuchando y daba la suerte que sus padres empezaron a tener una conversación más larga que las del principio, entonces les daba la libertad a ellos para hablar de tales temas con un poco más de volumen.

—Sara, lo que sepan ya nos lo contarán después —le contestó Santi —, ahora no te preocupes tanto por ellos que seguro que son los últimos a los que les va a pasar algo.

—Es verdad —Lucas sonrió.

Sara no entendió esa complicidad que ellos tenían, así que lo único que se le ocurrió por la cabeza es que ellos ocultaban algo que ella no sabía.

—Pero me gustaría saber lo que pasa con ellos. Y si me tengo que preocupar me preocupo.

—¿Pero por qué tantas pegas?

—Lucas —volvió a bajar el tono de voz al sentir que sus padres ya no hablaban tanto, ahora —, ya han pasado cosas malas con Valentina, Elisa... nuestro hermano y Jaime... —y volvió a mirar la mesa de los Varela para ver que ese Jaime se estaba comportando bien dentro de lo que cabía —, ¿qué pasa si realmente le esté pasando algo a Marius?¿Y a Camila? —Lucas la miró fríamente.

—¿Tenías que mencionar ese nombre? —y Lucas pinchó su tenedor en toda la ternera que le había servido el camarero.

—¿Nico? —ahora la que se estaba volviendo loca era Sara.

—¿Sí? —pero no era la única que lo miró, varias personas se quedaron igual al ver que a esa pobre persona que lo habían apuñalado hace dos noches, estaba ahí, como si nada.

—Eh, nada, nada —y prefirió mirar el atún que se pidió.

Por el otro lado, Sara no se debería de preocupar por si les estaba pasando algo a los Rudi. Debería preocuparse por lo que estaban haciendo o por lo que estaban pensado hacer.

Las tablas se podían girar muy rápidamente y tanto Marius como Camila lo sabían, pero era seguir con la idea que se habían planteado ellos o estar una semana más.

Ellos lo tenían muy claro, solo bastaba con intentar convencer al resto que les siguieran el rollo a buenas o a malas. Solo les bastó a ellos hablar con Ágata para decidir hacer tales hechos o no.

Porque resulta, que después de que Alejandro acudiese a la habitación 114 para ayudar a Valentina, Marius y Camila se dirigieron hacia el bosque, donde decían que Ágata estaba según le había intentado decir Sara a Marius, pero que él no le hizo mucho caso hasta que un encuentro con la gobernanta les dijo lo que había pasado con ella y con su madre, Macarena.

Había una extraña razón por la que ninguno de los dos se sorprendió al oír eso, pero sí que a Marius le dio más rabia esa mujer que nunca. Y como Alejandro es su padre, y él sabe muy bien que hablaba bastante con esa mujer, decidió zanjar el asunto contándole todo y así su padre se ocupaba de Macarena mientras que ellos de su hija.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora