29. Risas

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Domingo, 12 de agosto de 2018

—Cuidado, vuelve a hacer la tercera, hay un error —le dijo Marius a Juan que este seguía intentando entender las mates.

—Ah, vale, gracias —le contestó él borrando con la goma ya que había escrito las respuestas en lápiz —. La comida de hoy estaba riquísima, y mira que no estaba Ada —Juan intentó dar un poco de conversación por lo silencioso que estaba siendo todo.

—¿Ada? La hermana de Gil, ¿verdad? —Juan asintió —. ¡Qué pena que haya muerto! No lo conocía muy bien pero su hermana es muy maja y muy amable.

—Ya, otra cosa, no entiendo esto de los logaritmos —Juan suspiró —. ¿Por qué cojones escogí mates? —Marius se rio.

—¿Preferías hacer latín? —le preguntó él.

—Tampoco.

—Perdona Juan —en la sala del mirador entró Elisa con su móvil en la mano —. Mamá ha vuelto a llamar, cógelo rápido —este le hizo caso —¿Cómo vas tú de profesor? —le preguntó a Marius mientras que Juan hablaba con su madre.

—¿Pues como lo ves? Ha podido hacer cuatro problemas bien, pero hay algunas en la que se estanca y tampoco soy un profesional explicando. ¿Tú como lo llevas por la uni?

—Bien, me mato horas estudiando, pero a veces no consigues la nota que quieres.

—Ya, yo también, sé lo que se siente —paró de hablar porque vio que su padre lo estaba llamado —. Mierda, me tengo que ir que había quedado con la family para ir al pueblo.

—¿Family? —a Elisa le resultó un tanto extraño esa palabra.

—Perdón, Camila me está enganchando su mal vocabulario.

—Oye ¿después me podrás ayudar con inglés? También tengo recuperación de eso —le dijo Juan al terminar de hablar con su madre y antes de que Marius se fuese.

—Claro, pero te digo que con inglés no soy tan bueno —contestó y se rio —. ¿Por qué no le ayudas tú, Elisa? —Elisa tampoco era buena profesora.

—Bueno, lo intento, pero si me canso, lo dejo —Marius se fue y dejó que esos dos hermanos se discutieran.

Del trayecto desde el hotel hasta el pueblo no hubo ni una palabra, Marius, que estaba conduciendo, encendió la radio para escuchar música y así no tener ese silencio incómodo dentro del coche.

—Bueno, cuando queráis marchar me avisáis —dijo Alejandro al salir del coche —. Yo voy por mi cuenta por otros sitios —los dos dijeron que vale y se fueron al mismo bar para coger otra vez los helados de hace unos días.

Hoy la mujer del bar estaba muy chismosa y no paraba de hablar sobre la policía y su investigación. Tenía muchas preguntas y al saber que la atención estaba en el hotel y ellos dos eran huéspedes de ese hotel, no les paraba de preguntar de todo, de si sabían algo más o habían escuchado algo de la policía.

Pero ellos dos intentaron contestar lo mínimo, no sabían nada más de lo que sabían y Camila tampoco estaba para contar que estuvo involucrada. Más tarde se encontraron a Ágata con sus primos caminando por el pueblo y Marius la quiso ir a saludar.

Esta le resultó raro ver que siempre se cruzaba con Marius ya que no había coincidido con una misma persona tantas veces y en tan poco tiempo, pero el pueblo era pequeño y todos se podían cruzar en cualquier momento.

Camila les dijo que iba a saludar a otra gente del pueblo y Marius tampoco le preguntó a dónde iba exactamente.

—Vaya, parece que sea un acosador ahora que lo pienso —empezó a decir Marius a Ágata cuando estaban a solas. Ella solo rio.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora