08. Los empleados

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Miércoles, 8 de agosto de 2018

Nuria tuvo bastantes movidas ese día. Nico intentaba olvidar la situación vergonzosa de Lola y Gil estaba bien, como siempre lo había estado. Él vio que Lila, una de las nuevas empleadas, estaba un poco perdida aunque nadie más lo notase ya que por fuera se mostraba segura de lo que hacía sin saber a dónde ir. Ya llevaba desde el lunes que no paraba de intentar hablar con ella.

Era de esas personas que le cautivó a primera vista y sintió que quería hablar más con ella.

—Buenos días. ¿Necesitas ayuda? —le dijo él al acercarse.

—No, gracias, ya puedo yo sola —le contestó ella mientras ponía el desayuno en la sala. Lila no tenía un buen presentimiento de ese hombre. Ella es bastante insegura en casi todo lo que hace aunque su aspecto diga lo contrario y siempre se emociona por todo, pero tampoco era tonta.

—Vale, como quieras. Pero estoy aquí para lo que necesites —la miró con una cara malévola.

Después de esa escena, Gil no paraba de molestarla durante todo el día. Mientras tanto, Antonio y Laura estaban teniendo un momento de intimidad después de la hora de comer. Los dos estaban en un pasadizo debajo del bar y al lado de unos cuartos de baño que casi nunca entraba nadie ya que el sitio era muy silencioso y apartado del resto del hotel aunque fuesen unos sitios muy agradables y limpios.

—No deberíamos estar haciendo esto —empezó el botones que se sentía mal.

—¿Por qué? —le dio un beso —, nos sentimos bien juntos y ya está.

—Ya, pero tú eres la casada.

—¿Y? —le intentó volver a besar, pero él se apartó.

—En serio, me siento mal —Laura se rio.

—No te preocupes, no es tu culpa y a mi me gusta este rollo. Además el que pierdes eres tú —su tono parecía amenazador.

—¿Me estás amenazando? —se intentó apartar de ella.

—No mi amor, era broma —Antonio no lo tenía tan seguro. Ella se volvió a acercar a él, le puso el dedo índice encima de la boca —. Fin de la discusión —y los dos entraron en el primer lavabo que vieron.

Cerca de ahí venía caminando una cocinera que siempre tenía el día ocupado, Ada. Era el cuarto año que trabajaba en ese hotel y le parecía un lugar fascinante, es decir, vivía bastante en la ignorancia y en realidad, si trabajaba allí era gracias a Gil, su hermano mayor. Escuchó golpes, pero no se interesó en ver lo que pasaba.

En esos momentos, Lila estaba yendo a fuera del edificio cuando se cruzó con Gil en la cocina.

—Oye, perdón por lo de antes. No quería molestarte —pero igualmente la estaba intimidando durante tantas miradas en el comedor.

—Tranquilo, no pasa nada. Pero soy una mujer que puedo hacer las cosas sola —literalmente no quería ver a Gil, le parecía una mala persona con una mirada malvada.

—A claro, pero si quieres, nos podemos conocer, ya sabes, en plan de amigos —su sonrisa aún parecía más malvada.

—No, gracias, pero solo he venido a trabajar y después de este mes me largo —empezó a caminar hacia una de las salidas, Gil la siguió.

—¿Ah, sí?¿Dónde?

—Ese no te incumbe —intentaba largarse de la cocina cuando Gil la tocó por detrás. En esos momentos Lila ya estaba más que harta.

—¡Déjame asqueroso! —por fin soltó lo que quería decir, y se fue caminando rápido hacia encontrarse a Macarena y Nico, por lo que Gil dio media vuelta y se fue rápido antes de buscar problemas. Nico tampoco es que se quedara con ella, él se dirigía hacia el bar.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora