02. Un día con calma

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Domingo, 5 de Agosto de 2018

Eran las tres y media cuando más o menos las tres familias habían acabado de comer. Primero fueron los Varela, que aunque fuesen los últimos en empezar, comieron rápido para poder ir a deshacer maletas e irse a descansar. Al lado de una doble puerta grande y blanca, estaban esperando Adrián y Jaime a ver a Juan.

—¡Hey tú! —dijo Adrián con una sonrisa en la cara cuando vio salir a Juan del comedor.

—¡Hostias chaval! Has crecido —respondió el otro tocándole el pelo de Adrián —. Me voy a la piscina, ¿Os venís? —preguntó a los dos hermanos.

— Claro —contestó Adrián.

Juan era como el hermano mayor de Adrián y siempre hacían cosas juntos. Una amistad que su hermanito Jaime a veces tenía celos porque no tenía esa conexión con su verdadero hermano y a veces se quedaba solo.

En el vestíbulo estaban las cuatro hermanas y sus padres esperando a coger la llave e irse a las habitaciones para hacer las maletas. En una habitación estaban sus padres y en las otras las hijas, pero tampoco estaban muy separados porque sus padres escogían las habitaciones que se conectaban con una puerta por si pasaba cualquier cosa.

Antes de llegar a la habitación se habían cruzado con Camila y Marius que iban a su habitación para cambiarse e irse a la piscina y reunirse con los chicos. Elisa y Gabriela prefirieron quedarse en la habitación.

—Buenas —saludó alegre Marius dando besos en la mejilla a todos. Camila le siguió el ritmo y aunque no le gustase nada esto de saludar a personas, lo hacía para no parecer una maleducada.

Una vez lo había hecho cada verano a todos los que venían, ya no recibían ningún saludo de su parte hasta el año que viene.

Después de ir a su habitación, Marius y Camila fueron directos a la piscina, aunque Camila no traía su bañador porque no quería bañarse, no le gustaba nada la piscina, solo se ponía en una tumbona, debajo de una sombrilla, y empezaba a leer o a escuchar música.

Los otros ya se estaban bañando. Casi siempre intentaban ir a esa hora, después de comer, porque nadie más iba y así tenían la piscina para ellos, pero también iban bastantes veces por la mañana.

Pasados un cuarto de hora, se vio caminar hacia la piscina Valentina que iba a saludarles. Sus hermanas aún seguían en la habitación y Cristina se había quedado dormida.

—Hola —saludó Camila primero.

—Hola, ¿qué tal? —preguntó Valentina y empezaron a tener la típica charla contándoselo más o menos todo. De mientras, los chicos decidieron molestarlas tirándoles la pelota de tenis que tenían.

—¡Idiotas! —gritó Valentina alejándose de la tumbona en la que estaba.

—Oye, ¿sabéis cuándo viene Zac? Que le estoy esperando aún —Adrián cambió de tema cuando salía de la piscina.

—No sé —respondió Valentina.

—Mañana —contestó Camila después de dar un trago a la coca cola que tenía —y los Perasi también vienen mañana.

Zac era el pequeño de la familia Bru, de 14 años que siempre le gustaba meterse en líos. Pero en el fondo era una buena persona solo que se quería divertir demasiado.

—Mierda, como venga Lola me voy a cagar en todo —comentó Juan rallado.

—Pues vendrá —contestó Valentina con un tono borde.

Lola Perasi era la hija única de sus padres Carmen y Aitor, pero Aitor ya no venía desde hace años porque había encontrado el amor con un tal José Antonio. Lola era la chica que cada año tonteaba con alguien diferente. Hace dos años quería a Marius, el año pasado intentó algo con Juan y seguro que en la escuela tenía otras víctimas. ¿Quién sabría a quién quería ese verano?

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