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Domingo, 18 de agosto de 2018

Esa tarde, Valentina y Alba vieron cómo Juan daba vueltas por el hotel. Se preguntaban qué estaba buscando ahora, hecho que sabían que nada bueno era. A estas alturas, cualquier cosa que pasase en el hotel no era nada bueno, y eso era lo que más temían.

Cada minuto que pasaba, cada segundo, esperaban que nadie les diese más malas noticias u otras noticias impactantes. Temían por sus vidas, por las vidas de sus familias y de los otros.

Tantos años juntos y pensar que acabarían así, en ese hotel, donde tuvieron mil de experiencias juntos, y aunque fuesen buenas o malas, ninguna se comparaba con todo lo vivido de este año.

—¿Qué pasa ahora? —decidió empezar a hablar Alba, una parte de ella sabía que la iba a ignorar —se escuchaba la respiración cansada de Juan.

—¿Has visto a Gabriela? —y otra vez la ignoraba a ella, eso no significaba que no la contestaste, sino que le daba igual a Alba como persona y solo le hablaba para saber información de otras cosas, en este caso, de la localización de su hermana.

—No, no lo sé —contestó ella, y como pudo intuir, Juan se fue sin decirle nada más, ni le dio una última mirada. ¿Pero cómo podía estar pensando en su comportamiento con lo que estaba pasando?

—Alba —ahora su hermana necesitaba su ayuda, era mejor estar con ella —. Ahora que lo pienso, podríamos intentar colarnos en la habitación de nuestros padres.

—¿Qué? —a Alba le sorprendió ese cambio repentino.

—Sí, con todo este lío estarán pendientes de otras cosas.

—Chica, ¿pero estás bien? —ya no se la veía histérica como antes, algo en ella había cambiado —. Hace un momento estabas llorando...

—Ya, ¿pero qué podemos hacer más? No podemos revivir a personas y nuestros padres siguen ocultando cosas —algo de ella la estaba asustando, no sentía que fuese su hermana quien estaba hablando.

—Sí, claro —le intentó seguir el rollo, pero ya le daba mala vibra estar a su lado —, encárgate al menos tú, si quieres hablo con Cristina y Cloe, ellas también deben saber eso —decía mientras daba pasos hacia atrás hasta salir completamente de la sala del mirador.

Alba seguía sin creer la muerte de Elisa, no le entraba en la cabeza aunque no le afectase tanto como a otras personas ya que en realidad no tuvo muchas oportunidades de hablar con ella. Sabe que existía, pero solo eso.

Mientras que se alejaba de su hermana, Ágata se acercó a ella. A ver si podía empezar a enterarse de lo que pasaba ahí por medio de esos jóvenes.

—Ey, oye —Ágata no sabía cómo empezar esa conversación, nunca había hablado con Alba y le costaba hablar con gente nueva.

—¿Sí? —Alba se paró justo cuando salieron a la terraza.

—Bueno, solo, que —exactamente no tenía nada en mente —... Lo siento por lo que está pasando. S-sé que no me conoces y te parece raro que te hable así —sonrió —. Solo quería dar apoyo moral si hace falta —otra vez, Alba, sintió ese sentimiento de que algo no cuadraba.

—Ah, tranquila, es mejor que sigas así, es decir, em, que te digo si fuera tu preferiría no hablar de nadie del tema. Y con suerte saldrás viva.

—Alba —Cristina la alcanzó corriendo cuando salió del vestíbulo —. Me encanta el plan de Valentina, pero tú también vienes, venga —y le agarró del brazo izquierdo para después llevarla con ella.

—¿Qué plan? —Ágata, por su parte, seguía intentando adentrarse a su mundo.

—Nada, tú no te metas y ya —le contestó Alba con esas últimas palabras.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora