70. Padres

14 3 8
                                    

Sábado, 17 de agosto de 2018

—¿Qué haces aquí? Pensaba que estabas durmiendo —Oliver se impresionó al ver a Laura abajo hablando con Nerea.

—Ay, perdón, es que con lo preocupada que estaba, no he podido dormir, mi amor —le dijo ella.

—Ah —Oliver miró de reojo a Nerea —. No sabía que os hablabais.

—Bueno, primero nos tenemos que conocer para tener una buena amistad —le dijo sonriendo.

—Oliver, ¿verdad? —ahora Nerea hacía como si no lo conociera tanto —. He estado hablando con tu mujer, buena elección. Me ha encantado conocerte —ahora la miraba a ella —. Bueno —se levantó de la silla —. Voy a ver cómo están mis hijos, siento que no he podido hablar mucho hoy con ellos y tendría que haberlo hecho más.

—¿A estas horas? —intervino Laura mirando su móvil. Las once y catorce minutos.

—Son jóvenes —Nerea exhaló aire de como si estuviera cansada —. Hoy en día se pasan horas despiertos. Incluso algunos ni duermen —lo que no quería ver Nerea era a Oliver. Y Oliver comprendía el por qué. Además, estando su esposa ahí, la situación era rara para ambos.

No obstante, tampoco se esperaba que sus hijos no le contestaran. Esperó diez minutos. Diez minutos hasta que llamó a Santi. Genial, ahora era una situación perfecta para que le llamase ella.

—Cariño, ¿por qué no me abrís? —le preguntó su madre y el corazón de Santi empezó a latir muy rápido. Santi miró a su hermano que estaba al lado y todos los otros miraban a ellos dos.

—Ah, ¿qué? —tuvo que empezar a actuar —. Estamos intentando dormir —intentaba parecer como si se hubiera levantado, pero Nerea, conociendo a sus hijos, le parecía un poco extraño.

—Ay, perdona. Estáis bien supongo.

—Sí, mamá —se le hacía extraño esa palabra.

Nerea hizo como si le hiciera caso y le colgó. Algo extraño estaba pasando. Y no iba a permitir que sus hijos estuvieran en peligro. Bajó otra vez a la terraza para buscar a su marido. Este estaba con Alejandro y Pedro hablando de cosas de padres y política.

—¿Dónde están nuestros hijos? —ni saludó, se fue directa al grano.

—¿Qué quieres decir? —preguntó su esposo e hizo un trago del vaso de cerveza que tenía.

—¿Sabes dónde están? Habías dicho que no le soltarías la mirada —es verdad, eso es lo que dijo.

—E-están en la habitación. No hay de qué preocuparse —ahora que lo pensaba, no los había visto desde después de cenar. Yoel le dijo que estarían en la habitación, y él se lo creyó. Aunque, pensándolo bien, tampoco mentía. Estaban en la habitación, pero tampoco especificó cuál.

—Cariño, son las once y media casi —miró a su reloj —. Imposible que quieran irse a dormir a estas horas —Ramón entendió el punto de vista de su esposa.

—Ya, tal vez hoy sí.

—No es por querer meterme, pero —intervino Alejandro —. ¿Tú crees que después de hoy están de juerga? No sé yo, pero Camila y Marius no han tenido nada que ver con nada y aún así se han querido ir a dormir porque no aguantaban más este día —vaya mentira les acaba de contar. Sin embargo, Nerea era un poco ingenua, y se lo acabó creyendo. Nerea iba a decir algo, pero Alejandro siguió hablando —. Si dices que tus hijos siempre están con el móvil, Camila les supera con las horas de ordenador —los tres hombres rieron.

—No preguntes por mi hija, porque no tengo ni idea de dónde está —empezó a decir Pedro —, pero con tus hijos seguro que no, con disculpas te digo que ella se relaciona con otro tipo de personas.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora