20. Nerviosos

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Sábado, 11 de agosto de 2018

La investigación avanzaba muy lento, no encontraban nada por ningún sitio y tuvieron que trasladar a los empleados en un pequeño hostal del pueblo porque la policía se quedó con toda la tercera planta. Ahora los empleados se tenían que levantar más temprano de lo normal para ser puntuales al llegar al hotel y trabajar.

A la camarera Nuria no le gustaba nada esa idea porque eso comportaba en conducir más su coche y eso le daba miedo, aunque podía revisar que no tuvieran ninguna prueba de que ella estuvo metida ahí. Nadie entendía lo que estaba pasando.

La policía, por un momento, pensó que tal vez en el hotel no pasó nada y estaban buscando en un sitio sin salida, pero la alfombra que describió Nico y la sangre que se olía dentro del armario no eran cosas normales.

La gobernanta estaba desesperada porque los huéspedes lo estaban, al menos no pidieron buscar dentro de sus habitaciones, aún. Pero había otra cosa más extraña ¿Dónde estaba Lila? Era el tercer día que no venía y el jueves algunos la vieron marchar al medio día.

Paula no tenía dudas de que la tenían que encontrar y que les diese explicaciones.

—Buenos días gobernanta —saludó Paula al llegar a las nueve de la mañana al hotel.

—Buenos días. ¿Alguna información nueva?

—No, pero tenemos que seguir con los interrogatorios si los huéspedes quieren marcharse —Paula sentía que ese proceso era una estupidez y que no llegaba a ningún sitio. El día anterior no notó que ningún huésped tuviera algo que ver y sintió que perdió dos horas tontas.

—Ah, claro, pues cuando quiera, pero os pido que seáis discretos por favor.

—Claro, ya verás que no espantaré a nadie —las dos entraron en el vestíbulo —. Por cierto ¿Lila ya ha aparecido?

—Me temo que no.

Paula ordenó una búsqueda de Lila y le pidió a la gobernanta que le diera el currículum de Lila a lo que ella cedió.

—Nuria, buenos días de nuevo —saludó Paula al ir al bar donde en esa mañana estaba Nuria al cargo. Nuria se puso nerviosa.

—Hola.

—Te dijimos que íbamos a hablar contigo y queremos saber si sabes el paradero de Lila.

—No —dijo en seco y nerviosa —. La verdad es que no la veo desde el jueves.

—¿Y tú y ella sois amigas o al menos habláis de cosas? Es decir, ya que las dos entraron en este año, puede que hablaseis más entre vosotras.

—La verdad es que no mucho. Pero sé que Macarena la ha estado ayudando con algunas cosas —quería quitarse la inspectora de encima.

—¿Qué cosas?

—No lo sé, pregúntale a ella.

—¿Dónde está?

—Ahora mismo sirviendo el desayuno —estaba más calmada ya que no le preguntaba nada suyo personal.

—Vale, gracias —como eran las diez y no había nadie en el bar ni en la terraza, Nuria se fue un momento al baño a mojarse la cara porque no se encontraba bien. Ahí se topó con los ruidos de Antonio y Laura y al verlos se fue al bar sin poder haberse mojado la cara. Los otros dos también la vieron y Laura se enfadó con Antonio.

—¡Idiota!, ¿¡Pero tú no me dijiste que aquí no bajaba nadie!? —le preguntó chillando y el pobre Antonio asustado no sabía qué decir.

—Sí, lo sé, pero no sé quién ha sido esa —Laura se puso la ropa.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora