82. Planes alternativos

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Lunes, 19 de agosto de 2018

A la mañana, Adrián y Jaime no quisieron desayunar. Estaban tan metidos en intentar averiguar lo que estaba pasando, que comer era lo que menos pensaban ahora mismo.

Y como estaban tan concentrados en buscar pistas, empezaron a escuchar todo tipo de conversaciones de los huéspedes, por muy estúpido que fuese como por ejemplo dos personas hablando sobre intentar meter la ropa en la lavadora.

Pero con la conversación que se quedaron escuchando fue la que tenían los Perasi, los únicos que quedaban que eran el abuelo, Rosa y Pedro, y su hija Teresa. Estaban más o menos donde estaba el tractor viejo discutiendo, y Adrián y Jaime pudieron encontrarlos al dar unas cuantas vueltas por el hotel.

—¿Y por qué no has dicho nada? —nunca vieron ese lado de Teresa, parecía que fuese otra persona con más inteligencia de la que mostraba antes —. Yo ya me he cansado de esta familia, nunca me tomas en cuenta.

—¿Que te tome en cuenta me dices? —digamos que tampoco vieron ese lado de su madre ya que nunca quisieron y nunca tuvieron la oportunidad de hablar con ella —. ¿Lo ves? Siempre intentando llamar la atención con tu primita, que ni siquiera os queríais muertas, solo intentar hacer quedar mal a nuestra familia —su tono de voz retumbaba todo el espacio, suerte que no estaban en el medio del hotel o todo el mundo la podría escuchar —. Vosotras sois la razón por la que siempre nos miran mal —su hija solo rio.

—Si li hacemos es porque nos importa una mierda la famil...

—¡Eh! —su padre la empujó, y eso hizo retroceder a los hermanos Varela por el miedo que les llegó —. ¡Vuelves a hablar así y te juro que tú eres la muerta!

—Pero vosotros creéis que así lo solucionará todo. Estamos trayendo más problemas.

—A ver, hijo, cálmate —el abuelo entró en acción, no quería forzarse mucho porque no podía, pero sabía que ni su hijo ni la esposa de su hijo estaban haciendo las cosas bien —. Deberíamos haber sabido esto antes.

—Lo siento padre, las cosas salen mal a veces, y por eso era lo mejor para mi hermana —Adrián y Jaime estaban intentando entender la situación después de escucharlo todo a medio hablado, pero seguían escuchando sin entender ni idea de nada —, es lo mejor que podíamos hacer para que no fuésemos todos al calabozo —el padre miró a su hija que estaba asustada —. Tú no entiendes nada de lo que estamos viviendo.

—Hija, esto nos está costando la vida, y tú ni te diste cuenta, solo hacías el ridículo con Lola, pero claro, ahora que no está intentas llamar solo tu la atención —se acercó a ella —. Creíais que nos teníais a vuestros pies, pero os equivocasteis, si nunca os dijimos nada es porque a nosotros sí que no nos importa la mierda de relación que teníais. ¿Lo entiendes? —la cogió del brazo. Realmente no se sabe quién daba más miedo de esos dos padres, y por lo menos, Adrián y Jaime prefirieron tener a su familia que la suya —. Así que ahora haz el favor de quedarte en tu cuarto hasta que se acabe todo. Ni una puta queja tuya.

—Además —intervino su padre —. A ti no te gustaría ver a tus padres encerrados, ¿no? Somos familia, una puta palabra tuya, y te arrepentirás toda tu miserable vida —Adrián y Jaime notaban que era hora de marcharse de ahí.

Ya estuvieron demasiado tiempo escuchando conversaciones ajenas, y con lo que habrían logrado escuchar, tenían suficiente para comunicarlo a los demás a pesar de no poder explicarles bien todo.

La verdad es que esta vez fue Lucas quien llamó para hablar, el joven estaba muy mosqueado por todo. Solo quería salir de ahí, prefería discutirse a hostias con su hermano y odiar a su familia por cualquier tontería. Echaba mucho de menos eso.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora