96. Sorpresas del momento

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Martes, 20 de agosto de 2018

Las ocho menos diez minutos. Marius, decidido a darle los documentos a la inspectora. Entró en el mirador, donde estaban ella y Saud y no les saludó, no les dijo nada. Tan solo dejó caer todos esos archivos encima de la mesa delante suyo.

La inspectora, que seguía hablando con Saud, miró todas las acciones que hizo Marius hasta que vio debajo de sus ojos todas esas hojas y se calló.

—¿Qué es esto?

—La solución a tu problema —le contestó Marius sin sentarse —. Estamos hartos de esta suciedad. Como no sabías cómo seguir, te damos todo lo que sabemos nosotros, a ver si nos dejas en paz de una vez.

—Anda, increíble —una sonrisa de la inspectora significaba que estaba contenta y abrió lentamente la portada —. ¿Y por qué habéis decidido hacer esto?¿Qué tramáis? —Marius, con su furia interior, puso de golpe su mano derecha encima de todos los archivos haciendo que se cerrasen.

—Nada. Nuestra familia —se miraron cara a cara —, no tiene nada que ver. Los Rudi estamos fuera de esto, ¿entendido? Paula Fábregas Lalanza —acabó nombrándola por su nombre para dejarle claro hasta qué punto había llegado, o hasta qué punto podía llegar, y para que la inspectora también entendiera las agallas que tenía él y lo mucho que la conocía.

—Eh —Saud gritó desde la otra silla —. ¿Qué quieres decir con eso? —no le gustó la actitud de Marius y no pensaba que alguien podría hablarle de tal forma a la policía. Ellos eran la policía, Saud esperaba un poco de respeto de su parte.

—No, Saud —sin embargo, la inspectora lo envió a callar —. Tiene razón el chico —Saud perdió la cuenta de cuántas veces no entendía lo que hacia su compañera —. Déjenos leerlo, Marius, y a cambio seréis mis testigos protegidos, ¿sí?

—Perfecto —Marius, quien no había sacado la mano de los documentos hasta ahora, sintió un alivio por lo que dijo la inspectora. Después miró a Saud —. Lo siento —y decidió irse.

No sabía la gravedad que podía tener que Saud hubiera visto esa escena aunque no tuviera una clara imagen de lo que realmente pasaba detrás de todas esas palabras dichas. Esperaba que Saud fuese la última persona con la que tuviesen que lidiar.

Y sí, ya hicieron un rastreo de su pasado, de su vida actual y del por qué estaba ahí, y la verdad, es que lo veía muy normal. Lo que no veía normal es cómo él no supo que realmente esa inspectora no debía estar ahí.

—Marius —primero se encontró con María y Adela, parecía que querían hablar con él —. Hablemos un rato —parece ser que era Adela quien quería hablar.

—¿Vale? —y él mirando la cara de asustada de María, sabía que no iba nada bien —. ¿Qué pasa?

—Marius, estaba preguntándole a mi querida hija por qué tardó tanto ayer en venir a mi habitación. Es más, por qué se fue cuando pensaba que yo me había dormido. Y resulta que estaba en tu habitación —Marius se quedó congelado —. ¿Pasa algo entre vosotros dos? —y de repente pareció como si le hubiesen metido en un horno con el fuego encendido.

—¿Qué? —dijo casi riendo —. No, no oye, ¿qué ha pasado?

—Marius, soy su madre, me preocupo por ella, fue a vuestra habitación, no quiero que me ocultes nada. Ten cuidado con ella, eh —con tanta presión durante esos últimos días, esta situación le parecía demasiada graciosa.

—No, no, oye, Adela. Yo te cuento —miró a María que seguía con esa cara de asustada porque no sabía qué excusa decir —. Ah... ayer, ayer fue muy duro para todos y pues María y... mi prima pues quisieron hablar, ¿no? Por eso me la encontré en mi cuarto. Nada más, las dos estaban asustadas por todo —casi se ríe por esto porque conoce perfectamente a su prima y asustada era lo último que podía estar.

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