60. Los niños no son tontos

16 4 11
                                    

Sábado, 17 de agosto de 2018

Zac seguía encerrado en su habitación. Había recibido algunas llamadas de gente preguntando cosas desde el balcón, pero no podían contar mucho con él por el hecho de no poder salir y al estar vigilado por policías.

Además que la jugada de ayer por la noche era imposible hacerlo a pleno sol. El único que entraba y salía de la habitación 102 era su hermano Lucas, preocupado por Elisa y por enterarse recientemente de la desaparición de Jaime.

Para añadir más cosas a su estrés, seguía teniendo muchas dudas sobre lo que había en esos pendrives y ahora que lo habían visto, no sabían si entregarles a su padre o no, pero si se demoran mucho en cumplir esa tarea, su padre iba a sospechar de que lo habían visto.

—Tenemos que darle esos pens a papá hoy —parece que Zac estaba pensando el mismo tema pero con una idea diferente. Estaba estirado en la cama leyendo un cuaderno que le robó a su padre hace tiempo.

—¿Pero tú estás loco? —Él se negaba —. Ya has visto lo que hay ahí, colaborar ahora con él me parece asqueroso.

—Tranquilízate, no lo vamos a soltar así porque sí, Camila tiene una copia en su ordenador, además, papá solo dijo un pendrive, no dos, así que entregamos el que ya tenemos una copia y si dice que había otro, pues le decimos que no sabíamos —empezó a darle explicaciones del por qué tenían que darle —. En serio, es mejor seguir con lo que planea para pillarle en el último momento.

—Joder, pero eso es arriesgado.

—Toda esta situación es arriesgada, no hay mejor forma —Lucas se sentó de golpe en su cama para pensar.

—Bueno, ¿pero después qué?

—Después a esperar órdenes —cerró el cuaderno y se levantó —. Necesito volver a salir de aquí, esto es un infierno.

—Te tendrás que esperar a la hora de comer —le contestó él.

—Oye, ¿y a ti no te han sospechado de nada? —Zac cambió de tema —. Es raro que entres y salgas de aquí como si nada, qué estúpidos.

—Un poco, pero creo que es porque si me dices algo, yo se lo contaré a ellos.

—Ah, cabrón, ¿y has dicho algo?

—Poca cosa, solo para desviar su atención. Bueno, voy a hablar con Santi para que me de el pen y creo que los debería de ayudar con la búsqueda de Jaime.

—Ah, es verdad, madre mía con eso, seguro que sabía algo y le han hecho callar —pensó Zac en voz alta —. Llamaré a papá, a ver si es cosa suya, si lo es intentaré convencerle para que lo suelte.

—Venga, ahora faltaba que fuésemos nosotros los responsables —Lucas se paró antes de salir por la puerta.

Tranqui que si lo es le daremos explicaciones —dijo Zac con el teléfono de la habitación en la mano.. Gracias a su padre había descubierto una manera para llamar sin ser detectado.

—Sí, claro, si hacemos eso nos van a dar la espalda todo.

—A ver, a ver, tú deja que hable primero, puede que no seamos nosotros. Sigue habiendo un asesino suelto que papá no tiene idea, puede que fue él —demasiadas suposiciones.

—Vale, vale, hasta luego —dijo finalmente y abrió la puerta de golpe para salir y cerrarla después —. Ha preguntado por nuestra hermana, dice que se arrepiente de todo y que odia estar encerrado. Y Estaba comiendo un helado de la nevera —le dijo todas esas mentiras al policía que estaba delante vigilando, este asintió y Lucas se fue caminando hacia la habitación de Adrián y Jaime, que al parecer, seguía en pie, además que con lo que estaba pasando, era mejor reunirse ya para hablarlo bien.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora