47. Medias verdades

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Jueves, 16 de agosto de 2018

María se levantó esa mañana sintiéndose mal, quizá por todo lo que estaba pasando a su alrededor. Se fue a desayunar con sus primos y por su mala suerte y por comer lenta, se quedó ella sola con Gabriela, cara a cara mientras que cada una cogía la comida de su plato y lo masticaba.

En ese momento sí que comió rápido para poder irse de esa mesa. Pero Gabriela acabó antes. Más bien, tiró los restos de comida y se fue entrando por el bar para irse a su habitación.

María se quedó sola en esa mesa ya que los otros dos primos tenían prisas, no preguntó qué iban a hacer, pero se fueron lo más rápido posible y su madre ya desayunó con los abuelos una hora antes.

Por fin acabó de desayunar, pero no estaba segura de si preferiría seguir desayunando ya que no encontraba a ningún adolescente más.

Parecía que ese día cada uno tenía planes o estaba en grupitos en la habitación de alguien, sin embargo, María no estaba incluida en ninguno de esos grupitos y Alba se fue con Cloe y los abuelos a hacer unas cuantas partidas de cartas. Eso era algo familiar, así que no estaba para unirse.

—Te veo perdida —por detrás suyo vio que se acercaba Marius y es que ella estaba en la terraza caminando sin rumbo.

—Ah, ya. No hay nadie.

—Bueno, la gente a estas alturas prefiere quedarse encerrada para sentirse segura. Ven a mi habitación —le ofreció Marius.

—¿Qué?

—Sí, Camila está adentro y tampoco tiene nada que hacer. Seguro que podéis hablar y así haces algo.

—Ah, eso —María seguía ignorando a Camila, al igual que Juan ignoraba a María después de lo que le dijo. Puede que eso fuese la razón por la que se marchó del desayuno, pero Elisa tampoco le hablaba y menos Gabriela, eso ya lo tenía claro desde hace días.

—¿María?¿Pasa algo? —María hacía un buen rato que no dijo nada.

—No. Gracias por invitarme, voy a ir —María hizo un cambio en su mente, ella también quería respuestas y tampoco vio que Camila hiciese algún movimiento extraño, así que sabiendo lo lista que era y que también estaba investigando, decidió volver a hablarle y sacar la información que tenía.

Camila estaba como normalmente estaba en casa y hecho que Marius tanto odiaba. Siempre en la cama con el ordenador encima y esta vez pidió el servicio de desayuno para no moverse de ahí.

Unos minutos antes, Marius y ella tuvieron una discusión por eso, pero Camila consiguió lo que quería y porque no tenía una razón importante para no pedir el desayuno en la cama, en fín, que te pase eso es un lujo.

—Vaya, ahora me traes compañía —comentó ella sin quitar la vista a su ordenador cuando notó de reojo que había alguien más que tan solo su primo.

—Lo del desayuno ya no importa, pero no te vas a quedar aquí sola todo el día —dijo Marius abriendo el mini bar para coger unas patatas.

—¿Qué quieres? —se dirigió a María que estaba de pie a pocos metros del armario.

—Nada —quería respuestas —. No había nadie más abajo, no sé qué deben estar haciendo.

—Lo que sea en sus cuartos. ¿Por qué no has vuelto con tus primos en la habitación?

—Camila —intervino Marius —. No seas tan borde —comió dos patatas —. Bueno, ¿echamos una partida de cartas? —quería con todas sus fuerzas estar en buenos términos con Camila.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora