48. Lucas Bru

23 4 9
                                    

Jueves, 16 de agosto de 2018

—¿Papá? —dijo inmediatamente Yoel al escuchar sus pasos hacia ellos.

—Chicos —su padre sonrió —. ¿Qué hacéis aquí?

—Bueno —empezó a decir Santi sin tener una excusa en mente —, estábamos dando una vuelta —no parecía convincente y los dos hermanos notaron a su padre extraño, de una forma que nunca lo habían visto pero que a la vez no sabían de dónde había salido esa sensación.

—Ah, ya —cada vez que hablaba ese tal padre, Santi y Yoel reconocían menos a su padre —. Os estaba buscando para ir a comer. ¿Se os ha pasado la hora o qué? —los dos hermanos se miraron como si se entendieran sin decir nada —. Y vosotros dos también tendrías que ir yendo hacia el hotel —se dirigió a Adrián y Jaime.

Después de la hora de comer y antes de que las cuatro hermanas Varela y sus padres hablasen. La otra parte de los Varela, Adrián y Jaime, salieron impacientes para volver al bosque y hablar bien con Yoel y Santi todo lo que había pasado estos días.

Desafortunadamente Ramon, el padre de Santi y Yoel, había vuelto hacia el edificio con todos y no pudieron seguir hablando sobre Laura poniendo los cuernos a su padre con el botones y que llamó a alguien que hizo referencia a Nico, uno de los camareros.

Santi y Yoel también tenían una cosa en común, su madre parece ser que estuvo engañando a su padre, pero no entendían por qué habló sobre Jaime. Tal vez Jaime tuviese razón y lo vieron escuchando y ahora lo están controlando.

Sin embargo, al intentar volver a esa conversación no pudo seguir porque a medio camino, otra persona bastante conocida les paró el paso.

—Ehem, ¿a dónde vais? —la inspectora había llegado de su interrogatorio con la gobernanta, cosa que fue un fracaso para ella aunque aún no la ha dejado salir de una sala.

—Al bosque —Adrián no mintió —, tenemos una cabaña ahí —intentaba mantener los nervios.

—Ah, vaya, lo siento, pero tampoco se puede ir ahí. Recordad que hay un asesino y en el bosque no hay nadie quien os pueda proteger, mejor quedaos cerca de las cámaras y de la policía —¿para qué?¿Para seguir espiándolos? —. Vale —no quería levantar sospechas y Jaime no se sentía bien estando cerca de esa inspectora.

—Hay algo raro en ella —le dijo a su hermano una vez estaban de espaldas de ella y para que así no viese los signos.

—Yo no me fio mucho de ella, pero es la inspectora, es ella quien investiga, no podemos ir en contra de su palabra por ahora.

—¿El bosque no está por el otro lado? —se encontraron a Yoel por la entrada del bar.

—Sí, pero la inspectora no nos deja ir. ¿Y tu hermano? —era raro no ver a los dos juntos. Eran casi inseparables.

—Pues no lo sé. Se ha ido al lavabo, pero no ha vuelto —caminaron hacia las habitaciones —. Bueno, mejor entremos en la nuestra para hablar —pero antes de dar otro paso, Jaime le cogió del brazo a Adrián.

—¿Qué pasa ahora? —preguntó él mirando a su hermano.

¿Y si las cámaras nos detectan y la inspectora nos espía? Creerá que estamos tramando algo —Adrián solo pudo reírse.

—Venga ya, tus teorías se te están yendo de las manos —y los tres giraron por una esquina para ver a Lola y Teresa hablando tranquilamente.

—Oh, hola —les saludó Teresa sonriendo. Yoel no era tonto y ya entendió desde hace días que esas dos no se odiaban. Simplemente le parecía absurdo y no le prestaba atención.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora