33. Pruebas

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Lunes, 13 de agosto de 2018

Esa mañana llegaron los resultados de algunas pruebas de las que Paula estaba buscando. Pero aún había muchas incógnitas. No podían registrar un teléfono que no paraba de sonar por el hotel y por su alrededor.

Tenían el número, pero, según la central de telefónica, no había ninguna línea registrada con ese número, eso levantó muchas sospechas. Además, tras encontrar la alfombra, llegaron las pruebas de que esa sangre no pertenecía a Gil, otra de las cosas de las que todos no entendían nada de lo que había sucedido.

Y respecto al cuerpo de Gil, el forense afirmaba que había muerto por un disparo aunque tuviera también un buen golpe en la cabeza. Otra cosa sin tener mucho sentido porque si pasó dentro del hotel.

¿Cómo es que nadie lo escuchó? Puede que el asesino llevase un silenciador, pero aún así hacía un poco de ruido y debía dejar algún rastro por la escena del crimen. Pero nada, no había nada.

—La hermana de Lila está aquí —le dijo un policía a la inspectora que quería hablar con ella de nuevo

Tampoco seguían sin saber de qué se trataba la escena del crimen de Lila. El forense dijo que había muerto por el corte en la yugular, pero la manera en la que estaba puesta en la silla bien colocada y el cuchillo en el suelo parecía como si lo hubieran colocado también.

Mientras tanto, Paula ordenó a Saud que hablase con Nuria porque el ataque que tuvo esa madrugada podía ser del asesino sin rostro. Nuria no tenía mucho que decir, solo vio lo que vio. Es decir, nada.

—Inspectora —empezó a hablar la hermana de Lila —. Me ha llegado esto de correos —le entregó una nota.

"¡Qué triste tu muerte! Espero que lo pases bien en el infierno"

—Interesante —miró al policía de al lado —. Que alguien haga una prueba de caligrafía con las otras notas —se la entregó al policía y él se fue a buscar a los otros para que alguien lo hiciera —Paula volvió a mirar la hermana asustada —. ¿No tiene ni idea de quién ha podido ser?

—No —la miró por unos segundos, y la inspectora tenía un buen instinto y sabía que decía la verdad, así que la dejó marcharse.

—Bien, si encuentras algo más o recibes algo llámame enseguida. Siento su pérdida, vamos hacer lo que sea para encontrar al asesino —típicas palabras de todos.

Las dos se levantaron de su asiento. La hermana le dio las gracias y Paula condujo hacia el hotel, donde había más huéspedes esperando a ser interrogados para irse de una vez de esa maldito lugar.

—Buenos días. ¿Cómo va la camarera? —le preguntó Paula a Saud que veía su coche llegar también al hotel.

—Asustada, tiene miedo y no quiere estar sola —Saud cerró su coche —. La he dejado en un bar con gente del pueblo que al parecer son todos muy buena gente.

—Entiendo. Tengo que hablar con Nico urgentemente. Ve hablar tú con los huéspedes y que los otros policías sigan registrando habitaciones de los empleados—iban subiendo las escaleras para dar con la terraza principal y desde ahí entrar al vestíbulo.

—De acuerdo —después de subir las últimas escaleras, los dos se separaron, Saud se fue a por otro policía para decir toda esa información y Paula entró en el vestíbulo que había una familia con dos niños pequeños esperándola.

Como era de esperar, ellos no tenían nada que ver. Entraron justo el miércoles y no sabían nada de la situación que estaban viviendo. No aportaron ningún tipo de información y Paula les dejó ir. Al salir, vio que la pelirroja había acabado de desayunar e iba hacia el bar.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora