62. Los padres ignorantes y vacíos

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Sábado, 17 de agosto de 2018

Hora de comer, muy temprano respeto a los otros días. Seguro que fue porque no tenían nada más que hacer, no podían salir del hotel, la piscina seguía cerrada porque seguían con las investigaciones del cadáver de Aitana.

Lo único entretenido era la sala de juegos y el spa. Además del gimnasio al que ninguno de los adolescentes iban, de momento no era importante y las pistas de básquet, tenis y fútbol, pero que a estas alturas, no era interesante ir ahí.

—¿Se puede saber dónde te has metido esta mañana? —Marius estaba un poco enfurecido porque primero, su padre le dijo de hablar por algunas cosas de trabajo o algo importante, y después se va con una camarera y no lo vuelve a ver más. Si después de eso encuentran a alguien muerto, sería el colmo.

—Lo siento hijo, estaba hablando con Macarena, ya sabes quién es, una vieja amiga pero que no nos llevamos tan bien ahora. Se ha vuelto muy molesta y borde.

—¿Entonces qué hacías hablando con ella? Además que no es la primera vez que hablas este año con ella —cortó su filete con demasiada fuerza que hizo producir ese ruido tan molesto cuando un cubierto toca el plato.

—Cosas de viejos tiempos y deberías saber ya que estoy intentado descubrir lo que pasa aquí. Pensaba que hablar con ella, que es una camarera, podría entender algo.

—¿Toda la mañana? —Camila estaba más del lado de Marius, no era una razón suficiente como para desaparecer toda una mañana.

—No, eso lo admito —dijo él —, disculpa me he quedado en el spa con Ramón y Pedro. Marius paró de masticar.

—¿Es en serio? —dijo con la comida en la boca, estaba más enfadado aún, y pensar que había estado una mañana preocupado por él. Pero también era tonto, era su hijo, lo tenía que haber conocido mejor y saber cómo era su padre en estas situaciones.

Sin embargo, esa situación no fue la protagonista de esta hora, está claro que se la ganó la mesa Varela, como casi cada día con sus shows, por ver que Jaime no aparecía en la mesa.

Adrián fue el último en entrar al comedor porque se negaba hacerlo si no estaba Jaime, siempre eran ellos dos al entrar ahí.

Su padre no hizo mucho drama porque él también se había percatado de su habitación, pero los que sufrieron más fueron los abuelos, al igual que la situación de Elisa. Se negaban a comer, hablaron con dos camareros y al final vino la gobernanta. Hablaron sobre la situación en la que estaban y el lado de las hermanas Varela, es decir, sus padres y ellas también estaban preocupados por Jaime.

La gobernanta sabía que eso se estaba yendo de las manos y todas las otras mesas los miraban. Algo muy normal para ellos, pero para los otros, como no, se empezaron a asustar, iban comiendo mientras intentaban escuchar algo. Por eso se formó un silencio en toda la sala excepto la mesa Varela que no paraban de quejarse a la gobernanta porque esta les decía que se calmasen. ¿Quién se puede calmar cuando hay un niño perdido?

Para acabar con el golpe. Laura, esa nueva esposa de Oliver empezó a dramatizarlo todo, como si siempre lo hubiese querido cuando era todo lo contrario. Eso irritó mucho a Adrián hasta que este quiso irse de ahí.

—Adrián, vuelve —le gritó su padre. Empezó a entender que dejar a su otro hijo esa mañana a su suerte no fue muy bueno por su parte, y eso le dijo Nerea antes de escuchar que alguien los estaba espiando —. Adrián, por favor —eso despertó más la intriga de las otras mesas. Oliver se levantó de la silla para seguir a su hijo, pero esos dos no fueron muy lejos. Resulta que la abuela tenía el número de la inspectora y la llamó de inmediato para que viniese e investigaran su caso.

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