24. Líquidos rojos

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Sábado, 11 de agosto de 2018

Los camareros tuvieron que estar casi dos horas poniendo las mesas afuera en la terraza para la noche de hoy. Además de poner la decoración de todas las luces de colores por todo el lugar. Una tarea larga para todos. Los dos botones y gente del exterior, es decir, del alquiler de luces, tuvieron que estar ayudando.

Esta vez, los huéspedes iban a cenar al aire libre con la música del concierto. Todo iba según lo planeado excepto que habría policías por en medio por si pasaba algo. Nuria estuvo más calmada después de desmoronarse esa tarde y le había contado a Nico sobre sus padres enfermos y que se preocupaba por si había el asesino suelto, pero no dijo nada de que estuviese involucrada o la mierda de amenaza de esa tal Laura.

—Disculpe, necesito que vengas conmigo —escuchó Nuria de lejos que le decía Paula a la gobernanta. Aún seguía teniendo miedo. No debería de haber entrado en el cuarto de Lila nunca y ahora se arrepentía mucho, y encima su coche era prueba del crimen. Vio que las dos que estaban caminando hacia la puerta para entrar —queremos volver a revisar la habitación de Lila por si nos hemos dejado algo —Nuria ya no podía escuchar más tras palabras.

—Claro —dijo la gobernanta —. Si pasa cualquier cosa llámame, pero por favor, no intente arruinar esta noche que los huéspedes inocentes necesitan una noche de paz y diversión —ella seguía intentando que este caso no afectara más a la gente, ya tenía suficiente con dos muertes y las frases directas de Paula.

—Bien señora, pero a los huéspedes que los has llamado inocentes, no sé si yo también los puedo nominar así —después de decir eso miró a Saud —. Que suban dos policías más por favor —Paula, Saud y los otros policías subieron arriba del todo. La gobernanta dudó por un segundo y al final los siguió, al fin y al cabo era ella quien tenía que poner orden en el hotel.

Los huéspedes ya estaban bajando con sus trajes y vestidos y al ver a la policía por las escaleras sabían que algo no andaba bien, pero la gobernanta les intentó calmar diciéndoles que solo tenían que volver a revisar solo las habitaciones de los empleados.

Esta vez, cuando entraron en la habitación de Lila movieron la mesita de noche ya que no la habían inspeccionado los policías la primera vez y fue cuando encontraron una fina línea roja en uno de los lados. Paula se acercó para verla mejor.

—Esto es sangre —dijo ella pasando el dedo índice por encima —. Está seca. Que alguien la revise —se puso de rodillas para intentar ver una mínima marca de sangre en el suelo. Mientras tanto Saud y la gobernanta entraron en el baño. Parecía impecable. Nadie había entrado ahí desde la revisión del jueves y supuestamente no habían tocado nada.

—Necesito tu ayuda. Cualquier pequeño detalle sirve, da igual si suena estúpido —le dijo Saud para que la gobernanta intentase colaborar por primera vez. Esta no dijo nada porque tampoco sabía cómo ayudar. Saud se paró delante suyo y puso todo el valor que tuvo para que intentase hablar sin tener a Paula salvándole siempre —. Sé que quieres que nos vayamos lo antes posible, así que colabora y así dejaremos tu hotel en paz y podrás volver a tener clientes —la gobernanta apartó la vista y decidió hablar.

—Veo que la botella de jabón de mano está bien, las tres toallas pequeñas delante del espejo no se han tocado —iba diciendo todo lo que sabía que tenía que tener cada lavabo —. Los jabones que regalamos no los ha tocado y el albornoz está en su sitio —después de decir eso paró de seguir contando cosas porque se dio cuenta de que algo no cuadraba. Al lado del albornoz, normalmente, había tres toallas grandes bien plegadas, esta vez solo veía dos.

—¿Algo más señora? —le preguntó Saud al ver que se había parado de hablar durante unos segundos.

—Falta una toalla. Probablemente sea porque no ha avisado a las de la limpieza sobre darle una nueva o solo pusieron dos toallas al principio —estaba intentando pensar todas la posibilidades que podía haber pasado con esa toalla para que no tuviese ninguna relación con ninguna muerte. Saud lo apuntó en una libreta y otro policía entró para revisar todos los rincones del baño.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora