65. La madre

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Sábado, 17 de agosto de 2018

Cinco de la tarde y la inspectora y cuatro policías entraron en esa casita apartada del hotel, pero que también era parte de ello. Obviamente la inspectora no pudo evitar intentar interrogar a esos cuatro chicos, pero no duró mucho. Sus padres se enteraron de dónde estaban porque las cuatro hermanas Varela, Gina y Camila, llamaron la atención de los huéspedes al llegar con prisas.

Falta añadir, que Gabriela corrió de vuelta al hotel ya que ella fue quien les dijo que los chicos estaban heridos.

—Disculpe inspectora, pero mis hijos están heridos, puede que se hayan metido donde no les toca, pero los estás tratando como si fueran asesinos —Nerea, la madre de Santi y Yoel no estaba de acuerdo en cómo les estaba preguntando esa inspectora.

—Entiendo perfectamente lo que dices, siento si mi actitud puede parecer amenazadora —cómo odiaba esas madres, pero intentaba hablar con un tono calmado —. Lo siento, toda mi carrera he desarrollado esta voz para pillar al culpable, solo quería entender por qué estaban aquí.

—¿No es obvio? Están buscando a Jaime. Algo que deberíais hacer vosotros con más seriedad —pero a parte del caso de Jaime, la inspectora tenía que hacer mil cosas más, se le estaba acumulando las tareas.

—Cariño —su marido, Ramón, se acercó a ella y a la inspectora —. Lo que menos necesitamos ahora es discutir. Hay un niño perdido, primero lo tendríamos que buscar entre todos —Nerea y la inspectora entraron en razón —. Chicos —miró a sus hijos que estaban detrás de su madre observando esa conversación —. Id a que os curen, y la próxima vez avisad en vez de haceros tal atrocidad. Dejad a los adultos hablar —sus hijos le hicieron caso, pero no estaba de acuerdo de que los excluyera por el hecho de que ellos no eran adultos. Igualmente se enteraban de las mismas cosas que ellos.

—No se preocupen que antes de mañana, Jaime aparecerá. Si os importa, queremos inspeccionar esta zona también. Veo que siguen habiendo lugares alrededor que no hemos visto nunca —le daba las gracias a ese hombre por cortar su conversación. Demasiadas quejas de los padres tenía ya. Normal, si seguía sin informar de lo que tenía.

—Cariño —Ramón le parecía confuso cómo se estaba comportando su mujer. Es verdad que al desaparecer un niño, la gente se preocupa, pero no tanto porque no era suyo, ¿no? —. ¿Qué te pasa? —vio que en sus ojos empezaban a haber lágrimas, pero no caían.

—Ay, es que Jaime... —le miró directamente la cara y se dio cuenta que no era Oliver — ¿Qué pasaría si hubiesen sido nuestros hijos? —cambió de frase.

—A ver, no te preocupes más —la abrazó —. Nuestros hijos son más mayores y estaré yo para protegerlos, te prometo que no les voy a soltar la vista de encima —Nerea lo abrazó aún con más fuerza mientras veía que delante suyo, a unos tres metros, estaba Oliver al lado de Laura. Él también mostraba una cara herida, con sufrimiento.

Oliver miró a Nerea y cruzaron miradas, pero apartaron rápido su vista antes de que alguien se diera cuenta.

—Por favor, id regresando al hotel. No hay nada más que ver aquí —les ordenó Saud —. Dejadnos trabajar, gracias —había medio hotel alrededor de esa casita.

Ricardo, el padre de las cuatro hermanas Varela, las buscó entre esa gente para llevarlas de regreso al hotel. Veía que las cosas se habían complicado y sabía que se seguirían complicando.

El único propósito que tenía ahora era proteger a sus cuatro hijas aunque no le tuvieran mucha confianza, además de intentar acabar en buenos términos con esa mujer que no paraba de decirle órdenes.

Claudia, su mujer, le siguió mientras se iban a la habitación. Estaba harta de seguir tanto a su marido, ella también tenía cosas que decir en este caso y odiaba que su marido le ocultase más cosas.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora