32. Zac

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Lunes, 13 de agosto de 2018

—¡Que sí joder! —Zac estaba hablando por el teléfono fijo de la habitación ya que el intento de poner su móvil en arroz no funcionó y su madre se negaba a comprarle otro móvil hasta que empezara la escuela. Era su castigo por ser tan descuidado y despistado.

—De acuerdo, ya hablaremos más tarde —era la voz de un hombre con una voz muy grave —. Te quiero, hijo —Zac no sabía si decir lo mismo de aquel.

—Ya, yo también —iba a colgar pero escuchó el "eh" que significa que quería decirle algo más —¿Qué?

—¿Yo también qué? —Zac se calló por un segundo.

—Joder papá, que no soy un niño pequeño —su padre se rio —. Venga te quiero, adiós —no le gustó decir esas palabras, pero si no lo hacía, su padre no pararía de insistir

—¿¡Pero qué cojones Zac!? —se giró para ver a su hermano que acababa de gritarle y llevaba tan solo una toalla por haber salido de la ducha. Zac intentó evitar explicar de lo que hablaron.

—Ah, ya estás. Me toca —dijo él sin hacer caso a su hermano enfadado. No se entendía por qué se iban a duchar ahora si dentro de media hora irían a jugar a fútbol.

—¡No entrarás hasta que me digas qué hacías hablando con él! —le barró el paso. Zac seguía intentando ser él y sin demostrar ninguna importancia alguna.

—¿Qué pasa? Tampoco es para hacer un escándalo —Zac intentó calmarlo —. Me ha intentado hablar, pero le he dicho que todo está muy bien y ya —su hermano solo rio.

—¡No soy gilipollas!¿De qué cojones estabais hablando? —Lucas cruzó los brazos y no le dejaba pasar. Zac, ese niño que tanto se reía por todo y decía comentarios estúpidos ya no era el mismo.

—Te lo acabo decir —Lucas seguía sin dejarla pasar.

—No me mientas. Incluso has hablado con él por el teléfono del hotel. ¿A qué juegas?

—Ya sabes como es papá, puede encontrarte donde sea —Zac intentó pasar con todo lo que pudo y al intentar pasar rápido tocó el hombro de Lucas con su hombro. Este no hizo nada porque no quería problemas, pero sabía que se lo contaría a su hermana.

Zac se cerró en el baño y empezó a ducharse después de estar tanto rato en la piscina y aunque la gente le decía que apestaba, la verdad es que apestaba por ponerse demasiado desodorante. En su mochila llevaba como diez botes de Axel para las dos semanas.

Antes de ir al campo de fútbol Zac se fue al bar porque quería pedir una botella grande de agua para él. Ahí se encontró a Aitana. Resulta que esta le hizo un favor a Nico y le dijo que descansara un poco y que ella se ocuparía de la barra. Pero sus intenciones eran otras.

—Una agua de las grandes, gracias —le dijo él al sentarse en una silla de la barra.

—Ahora te la traigo —se fue a la cocina mientras que Zac para alrededor. Notaba algo extraño entre las paredes —¿Algo más? —le dijo la camarera al volver.

—No. ¿Y el vaso?

—No lo sé, dímelo tú que me debes uno —le contestó Aitana.

—Ya, eso, perdón por la tardanza —le dijo él.

—Por cierto, ¿cómo está?

—Verde, pero ten cuidado que los otros están en rojo—Aitana lo entendió —¿Y tú cómo, rojo o verde?

—Rojo, como ellos.

—Bueno, gracias —se levantó de la silla.

—Vigila jugando con el balón.

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