81. Más descubrimientos

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Lunes, 19 de agosto de 2018

Nadie se esperaba que esa noche se iban a entorpecer más las cosas, pero así fue, y ahora tocaba realmente volver a levantarse y acabar de atar cabos. Hubieron pocas conversaciones serias el día anterior, pero fueron suficientes para tener una teoría bastante verdadera, sin embargo, aún faltaba un trozo de esa teoría.

Tampoco podían dejar atrás las muertes de nadie, menos la de su amiga Elisa, pero todos sabían que no era hora de lamentarse, era hora de actuar. Tenían que actuar rápido para volver los restantes sanos a casa y poder tener ese tiempo para recordar a Elisa.

Cuatro de la mañana y Camila se despertó. Normalmente se despierta por las noches si está estresada o nota algo raro. Esta vez fue por la segunda opción.

Estaba toda la habitación oscura, pero tenía el don de darse cuenta de todos los cambios de esta lugar, aunque fue un pequeño objeto, aunque fuese un pequeño micrófono. No dijo nada, solo sonrió, ya tenía algo que hacer cuando se levantase más tarde.

—De acuerdo, entiendo —nada más despertarse, escuchó la voz de su tío Alejandro seguido de unas risas suyas —. ¿Estás de broma? Yo no soy como Carla, a mí no me intentes convencer con dejar sola a Camila —vaya, al parecer estaba hablando con la inspectora

—Señor, solo le estoy pidiendo algo esencial para esta investigación.

—Algo esencial para ti querrás decir —el tema de conversación estaba cambiando de rumbo y no entendía por qué —. No disimules conmigo, ya sabemos qué está pasando, pero lo siento, Marius y yo no nos vamos. Me parece bien que digas que Camila se quede encerrada, aunque sabes que eso no la parará.

—Alejandro, estoy intentando ser buena contigo —la manera en la que hablaban decía que estos dos ya se conocían.

—Estás intentando parecer buena. Pero yo no soy tonto, no hay ningún reglamento de la ley que te permita decirnos que dejemos a una menor sola por investigación. Bueno —Camila escuchó que Alejandro daba dos pasos hacia atrás —, sé que no tienes nada más que decir así que te pido que te vayas.

Camila se levantó tras escuchar la puerta cerrarse y se acercó a su tío confusa por lo que acababa de presenciar.

Definitivamente había algo raro en esa inspectora, Zac no se equivocaba cuando le dijo que no confiase en ella, y suerte que le hizo caso sin saber nada y quitó la imagen de Juan. No sabía de qué era capaz esa inspectora si tuviera esa información. Además, ¿qué hacía Juan? Eso lo quería descubrir ella primera antes que el resto.

—¿Dónde está Marius? —preguntó acercándose al cuarto de baño.

—Ha bajado hace unos veinte minutos. Tendrá algo que hacer.

—¿Y no te lo ha dicho?

—No —Alejandro se puso sus zapatos —. Es hora de que yo empiece a enterarme de las cosas también. Cualquier cosa te explico. Espero que Marius haga lo mismo —se puso su reloj que lo dejó en su mesita de noche.

Acto seguido, mientras Camila se iba al baño a limpiarse la cara y cambiarse, Alejandro cogió su tarjeta y se fue a desayunar. Aunque en realidad no le apetecía comer nada, como al resto de los huéspedes.

Nadie se sentía a gusto ahí, solo querían quedarse encerrados y esperar a que pasase todo. Así que en el comedor solo había dos mesas ocupadas. Una en la que estaban Santi y Yoel con sus padres y otra con la abuela Varela y Claudia.

—Por favor, un café largo —le mandó a Nuria.

—Ahora mismo se lo traigo —le dijo ella yendo directa a la cocina.

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