16. El reencuentro

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Viernes, 10 de agosto de 2018

—Creo que lo mejor será llamar a nuestros padres —comentó Cloe.

—Ni hablar, que no quiero tragarme otro rollo de papá —se quejó su hermana Cristina.

—Yo tampoco quiero problemas con mi madre —dijo Zac que ayudaba a Lucas a subir a un árbol. Unos segundos más tarde alguien los llamó.

Por el otro lado, mientras que las 18 personas estaban perdidas, Camila y María notaban que estaban tardando más de lo normal. Es verdad que los quería perder un rato para que no volvieran con la policía en medio, pero las horas avanzaban y eran las doce en punto. Los chicos se estaban quedando sin agua mientras que ellas dos llevaban dos botellas casi llenas en su mochila. No era bastante justo.

—¿Me puedes prestar tu móvil? —le dijo Camila después de que María le contase que ganó el primer premio de un concurso de lengua.

—Claro —puso la huella y se lo prestó. Camila marcó el número de Marius porque quería volver al hotel pero tampoco era tan mala persona como para dejarlos tirados por el bosque.

—Estáis tardando bastante ¿Dónde estáis? —dijo Camila al escuchar el "hola" interrogativo de Marius.

—¿Camila?

—Sí, soy yo.

—¿Dónde mierdas estás?

—Te lo he preguntado antes.

—No me vengas con eso que nos conocemos.

—Perdón, pero es que podríais haber llamado antes. No pensaba que tardarías tanto en daros cuenta.

—¿Perdona? Los dos sabemos perfectamente de lo que eres capaz.

—¿Hola? Habéis sido vosotros quienes os habéis olvidado de nuestra existencia. ¿Así es como dejas a tu prima atrás? —Marius no le dijo nada —. Muchas gracias, eh.

—¿¡Tíos, podéis parar de pelearos y nos vamos al hotel o qué!? —gritó Teresa por detrás.

—Hablemos de eso más tarde. Camila, ¿Por dónde tenemos que ir?

—A ver, busca algunas líneas por los árboles.

—¿Unas qué?

—Deben de ser azul y amarillo.

—Ey, ¿cómo que líneas?

—¿Tú eres tonto? ¿Cuántas veces has ido a la montaña?

—Muchas, más que tú.

—Entonces debes saber perfectamente sobre líneas que guían caminos —por detrás de Marius se acercó Valentina y le quitó el móvil.

—Déjame hablar a mí con ella —le dijo —. Bueno, ahora las buscamos —tardaron como dos minutos —. Escucha, aquí hay como una flecha azul y amarilla.

—Pues mejor, seguidla —y así lo hicieron, se fueron por el camino que daba más a la derecha y caminaron por diez minutos más. El sol iba quemando mientras que avanzaba el tiempo y de las cinco aguas que llevaban, solo les quedaba una botella y media llena.

Otro problema es que Juan se tomaba sertralina, algo para controlar su ansiedad, cosa que nadie sabía, solo su familia y Camila. Él se estaba agobiando bastante y no tenía por qué tener una razón exacta por la cual estar así, simplemente le venía a veces espontáneamente o solo por pensar cosas que le hacían recordar en algo más mayor.

Por el otro lado estaba Marius y Lola hablando. Marius no tenía preferencia de con quien estar. Sabía que había piques entre ellas dos, entre las gemelas y a saber quién más estaba enfadado, pero le daba igual, mientras que no le dieran mal rollos a él.

Hotel RubiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora