94. Explicaciones III

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Martes, 20 de agosto de 2018

Seis y cuarto de la mañana. Alguien más estuvo despierto antes que Nerea. En realidad, no era una sola persona, eran tres. Tres personas que dormían en la misma habitación y que seguían sin parecer tener una relación familiar.

Si tuviéramos que decir quién durmió más, sería Alejandro, y tampoco es que durmiese mucho.

—Oye, esto no cuadra —le comentó viendo lo que tenían —. No podéis ponerle eso sin una prueba aún más sólida y que os aleje del problema —quería asegurarse de que ni su hijo ni su sobrina acabasen en conclusiones equivocadas y que tuviesen errores aunque ya sabía desde el principio que no estaba del todo asegurado.

—¿Entonces?¿Qué se supone que debemos poner en ese miércoles? —le preguntó su hijo con los ojos que casi se le cerraban e intentando ordenar toda la habitación.

—No lo sé, me da mala espina esto, porque lo único que conseguís es poner a Gabriela en riesgo.

—Pero ya lo estaba, y ayer lo aceptó —le comentó Marius. Ayer, como si fuera un día normal.


¿Puedo contaros algo?¿A todos? —empezó Gabriela esa noche estando en el rincón y maldiciendo otra vez su existencia.

—Tía, obviamente —le gritó Teresa —, que ya sabemos que tienes muchos secretitos por ahí —se le notaba un poco enfadada por saber que Gabriela estuvo en contacto con uno de los responsables.

—Eh, no hace falta hablarle así —le defendió Sara.

—¿Sabéis cuando me "perdí" en el pueblo? —empezó a decir ignorando a Teresa —, no me perdí. Quedé expresamente con esos tres extraños para darles información sobre el alojamiento de cada persona... —odiaba admitir eso.

—¿Perdona? —Valentina estaba alucinando.

—Y-y también les tenía que hablar sobre los camareros, aunque eso no sé por qué, nunca lo he cuestionado. Lo siento —dijo en flojo.

—Lista y tonta, increíble —comentó Teresa enrabiada.

—Gabriela —saltó Camila escribiendo lo más rápido posible en el ordenador —. El ataque a la 220, ¿fueron ellos verdad?

—Bueno, eso no lo sé.

—Has dicho que eran tres extraños. Eran ellos.

—O sea, me estáis diciendo que si no fuese porque Gabriela —Adrián la miró —le contaste todo lo que sabías a esos hombres, ellos no hubiesen entrado en nuestra habitación sin quitar nada importante y...


Y volviendo al tiempo actual, cuando Alejandro se sentó al lado de Marius, quien acabó rindiéndose porque tenía sueño de solo dormir 2 horas y quería estirarse en su cama.

—No se trata de eso —hizo una pausa —. No sé si se ha entendido bien lo que os dije, pero esto no acaba aquí. Por mucho que pongan a una o dos personas en el calabozo, hay todo una organización detrás que elimina a cada prueba encontrada. Gabriela es una de ellas. Al igual que Zac. Si se desvela algo de ellos. Mueren —por primera vez, los otros dos escuchaban una explicación decente de Alejandro —. Es tan simple como eso.

—Zac ha fallado un montón de veces y sigue vivo. Tú sabes que a él no le van a matar —comentó Camila sin sacar ni un ojo de encima de la pantalla.

—Pero Zac no es el caso —le contestó él —. Hablamos de otra persona.

—A ver, por lo que tengo entendido, se va a Inglaterra, ¿no? —intervino Marius tocándose la cara para intentar despertar su conciencia —. ¿No hay alguien que la vigile hasta que se vaya? —su padre se rio.

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