59. Día de preguntas

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Sábado, 17 de agosto de 2018

El día para las hermanas Varela empezó más tarde. Al menos se despertaron a tiempo para almorzar, pero después volvieron a su habitación a descansar. No tenían ganas de hacer nada pero a la vez querían descubrir más cosas. Una sensación extraña que las acabó hacer salir al enterarse que Elisa no despertaba.

Si ahora la cosa iba a ser con ellos, nadie estaba preparado para eso, no tenían palabras en ese momento, no tenían nada mente para decir algo, pero entre las cuatro se entendieron y salieron de su habitación para quedarse quietas delante del a habitación de Sara con Sara afuera y dos policías que cortaban el paso.

—¿Se sabe algo más? —Preguntó Cristina a Sara.

—No, el médico y la inspectora están adentro, por suerte está viva, pero no sé si eso va a durar mucho —de repente, la inspectora y el médico salieron.

—Vamos a tener que llevar la joven al hospital —dijo el médico y este miró a la inspectora—. No se preocupen, sé por las circunstancias que está pasando el hotel y cuando esté bien volverá.

—Es una broma, ¿no? —Valentina estaba alucinando con las decisiones que tomaban los adultos —. Obviamente no tiene nada que ver con esto, ¿por qué volverla aquí si puede que la maten?

—Pero también cabe la posibilidad de que sepa algo y como sus padres están fuera del país, el resto de su familia se tiene que quedar aquí, seguro que ella al despertar lo entenderá.

—¿Despertar?¿Va a despertar? —preguntó Cristina.

—Necesitamos hacer un lavado de estómago aunque es difícil si fue anoche que le envenenaron, pero sospecho de que fuese algún veneno ya que hubiese muerto a estas alturas. Parece que sea anestesia, pero me parece que hay algo más. Lo sabré cuando le hagan las pruebas adecuadas en el hospital —explicó el médico.

—Ahora si nos disculpan, nos tenemos que ir —dijo la inspectora cuando vio que venían cuatro personas con una camilla.

Está claro que esa escena repercutió por todo el hotel, la gobernanta, que seguía a esas cuatro personas, no le gustó para nada lo que estaba viendo, y menos sabiendo que le pasó a una huésped, ahora seguro que los otros se asustarían más.

Pero para el colmo, ella aún no sabía que Jaime había desaparecido, un niño, las cosas malas que les pasan a los niños dan aún más mala imagen. La gente se preocupa más por el hecho de ser pequeño y eso no es nada bueno ni para el hotel, ni para la inspectora ni para sus padres.

Las cuatro hermanas decidieron irse de ahí porque con Sara, los policías, el médico, la inspectora, esos cuatro que habían venido y la gobernanta, se estaba formando un tapón en el pasillo que aunque fuese amplio, no lo era tanto para tantas personas.

—¿Qué te ha pasado en el pie? —las palabras de la inspectora incomodaron a Cloe.

—Me tropecé —contestó alargando la primera M ya que le vino un déja vù. Cristina también tuvo la misma sensación, entre las hermanas se miraron sabiendo que ella ya le había preguntado ayer, ¿por qué otra vez?

—Pues cuídate —dijo la inspectora —. Vigila la próxima vez.

Ninguna de las cuatro dijo nada más, se subieron al ascensor para acompañar a Cloe y bajaron a la planta baja para irse algún lugar lejos de esa situación.

—Hay algo raro en la inspectora —comentó Cloe al ver que no estaba nadie más a su alrededor.

—Yo también lo he notado —dijo Cristina —. Anoche te preguntó lo mismo cuando la encontramos, no puede ser que una inspectora tenga tan poca memoria.

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