XLVII. Cebo para sirenas

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-Agradezco profundamente su presencia. La situación no se está tornando fácil para nosotros... -en aquella sala levemente iluminada dominaba la inquietud, el temor, los nervios erizaban cada poro, cada pelo. Frente al joven hombre de negros cabellos visualizaba a aquellos que alguna vez le permitieron vivir, llegar hasta aquel punto en la vida. -Soy consciente de que solo dos de ustedes son capaces de pelear. -observó con sus profundas pupilas los ojos intensos de Sanemi, el dorado brillante de Zenitsu, ambos de rodillas junto con los otros pocos convocados. -Pero debido a las circunstancias y que nuestro número está muy por debajo de lo normal... Me temo que no es posible prescindir de nadie. -pausó, cerrando los párpados por unos breves segundos. -Tanjiro-san. -el mencionado tomó una postura más erguida, afirmando su atención. -Usted, junto con los cuervos, son los únicos que tienen trozos de información que pueden iluminar el camino que estamos atravesando en estos momentos. La información recopilada desde al aire no es del todo concreta, pero sabemos que todos nuestros jovenes cazadores están desapareciendo sin rastro alguno. Ni siquiera podemos culpar a los demonios debido a que no hay pruebas de que hayan sido devorados. Todas las zonas están limpias, sin restos. Lo que nos lleva a pensar que se los están llevando a alguna parte... Usted se separó de su escuadrón kakushi y dudo que haya sido por voluntad. ¿Me equivoco?

-No... -Tanjiro presionó los puños contra su regazo. Consideraba que era su culpa, que no estuvo lo suficientemente atento a los alrededores. -Acudí al lugar una vez que se confirmó que la batalla había acabado. -aquella misión en la que Inosuke participaba con un par de cazadores de alto rango. -Cuando llegué no había nada... Comenzamos a buscar y peinar la zona a fondo. Recuerdo recibir un golpe demasiado contundente. Lo siguiente que puedo decir es que ya no estaba en el bosque, era otro lugar. Oscuro, frío y cerrado. -clavó su mirada rojiza con fuerza y determinación en los ojos del joven patrón. -No puedo decir la ubicación exacta, pero sí la dirección en la que se debe ir. Al menos, hasta cierto punto... -su ceño se frunció. No conocía el camino completo, ni era consciente de si quedaba cerca o lejos del límite que él conocía. -Es ahí donde están todas las personas desaparecidas.

Zenitsu miró a Tanjiro con los ojos más abiertos, con una corazonada de esperanza, fe. Había dicho "todas las personas". Quería creer que incluía a Nezuko y a su pequeña princesa. Y por supuesto, a Inosuke. Si el pelirrojo se veía tan seguro de sus palabras y no había especificado algo concreto, debía ser así. Debían encontrarse allí. Pero... ¿en qué estado?

-¿Cómo huiste? -pronunció, todavía incrédulo. Pero Tanjiro no le devolvió la mirada, la mantuvo al frente, perdida.

-No lo sé. Lo único que sé es que Inosuke hizo algo. No sé si para despistar o abrir una salida, pero... -pero solo él tuvo tiempo de escapar y correr. Correr lo más lejos posible siguiendo la petición desesperada de su esposo. Ni siquiera sabía si todavía ellos estaban bien, si les habían hecho daño.

-Lamento escuchar eso. Sin embargo, debo decir que presiento que ellos están bien. Por favor, no pierdan la esperanza. -Kiriya rastreó con calma cada rostro de cada hombre que se posaba delante suya. -Uno de los cuervos reveló parte del motivo de las desapariciones. Principalmente, son un grupo de demonios los que están llevando a cabo todo esto. Se hacen llamar Hoja Escarlata y parecen distribuirse sin un propósito concreto. No tienen un líder a pesar de ser un grupo, lo que los hace todavía más peligrosos e impredecibles. No obstante, se ha descubierto que están trabajando en la búsqueda de una sola persona... que es aliada o pertenece a esta organización. Y al parecer, es un cazador joven. -nadie dijo nada, el silencio fue profundo, sepulcral. No comprendían para qué querían un grupo de demonios a un muchacho de su organización. En vista de sus dudas, su mirada se clavo en la de Tanjiro, quien inmediatamente comenzó a ponerse más rígido, a sudar. -Están buscando a un aliado nuestro. A un demonio, a petición de un tal Nura, del que sospecho que sea el demonio más fuerte del grupo.

El Ascenso del Dragón: La infidelidad y la crisálida del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora