Daiki e Ichiro cruzaron miradas, confusos, inquietos. No era que conocieran desde hacía demasiado a Ken, pero había sido el tiempo suficiente para saber que aquella actitud y palabras no eran normales en él. ¿Que era su culpa? ¿Que era lento? ¿Por qué? El chico medio transformado no tenía mucha idea de lo que hablaba, pero el otro sí, y no podía darle la razón. Sin embargo, se sentía un ambiente horrible por el simple cambio de humor. Ese humor tan decaído, tan triste. Sus esmeraldas eran incapaces de apartarse de aquella pupila que miraba al suelo sin interés, aquel turquesa apagado. El muchacho del mechón blanco comenzó a descender con él, despacio. Debía sentarse, no estaba en la condición de ponerse en pie aún. En el proceso, el joven de los aretes se aferró con delicadeza a los dedos del herrero, estirando el brazo. Este pareció reaccionar un poco, dirigiendo su atención al suave agarre, tan débil que se soltaría si se retiraba un poco. Ni siquiera tenía humor para quejarse de que no le agradaban las muestras físicas de afecto, estaba tan apagado que no podía sentir aversión o gusto.
-No fue... -pausó un poco para respirar en silencio. - ... tu culpa.
-Daiki, no creo que debas... -una sola mirada fue suficiente para callarle. Una mirada angustiada y húmeda. El chico de cabello negro presionó los labios y se acercó lo máximo que pudo a su cuerpo, sentado al lado, y escondió los ojos en su hombro, siempre pasando los brazos por su cintura en el abrazo porque más arriba era peligroso presionar. Daiki no debía forzarse a hablar, eso era lo que quería decir. Ken solo observaba el suave agarre en sus dedos sin ser capaz de cambiar la expresión hundida. Los ojos esmeralda se le plantaron de nuevo.
-Siéntate. -pidió, pero no recibió una respuesta hasta que... -Por favor... -el de pelo cobrizo entrecerró el párpado e hizo caso, bajando despacio hasta sentarse en el borde del engawa a su lado libre. No lo miraba, mantenía su pupila fulminando las briznas de hierba verde bajo sus pies, sin molestarse en retirar la mano que el chico estaba comenzando a coger mejor, ya no solo los dedos. En otras circunstancias la habría alejado y se habría quejado a gritos molestos, pero ahora no era capaz. -¿Por qué crees que es tu culpa?
No hubo contestación. O al menos, no hasta que pareció transcurrir medio minuto en el que no hubo ningún tipo de contacto visual todavía. Ken abrió un poco la boca por debajo de las vendas que no estaban demasiado apretadas, pero volvió a cerrarla. La última vez que sintió algo así fue aquel fatídico día cuando era un niño. Ese maldito día... Le dolía el corazón de una forma diferente a lo que sería un dolor físico, creía saber por qué, pero... No estaba en condiciones de ignorarlo, de enfadarse para desviar la atención, de distraerse de cuánto daño le hacía.
-Pude haber evitado que te matara. -pronunció con tono ronco, ya no solo por su garganta dañada, sino por también haber estado una semana sin mencionar palabra. Él sí sabía que nada más llegar a la finca el otro había cruzado la luz, lo escuchó de sus padres en uno de sus múltiples paseos por la enorme mansión. Enterarse solo le ocasionó más culpa, más sufrimiento interno. El chico de cabello bicolor alzó una ceja, confuso.
-No estoy muerto... -no entendía por qué decía eso. ¿Pensaba que era un fantasma o algo así? Solo por si lo creía, terminó tomando su mano en condiciones, firme, suave. Que notara que el tacto era real, no una ilusión. -Estoy aquí ahora. -pero Ichiro sí había entendido lo que quiso decir, y se le encogió tanto el corazón al saberlo que no atinó más que a apretarle la cintura con los dedos y a hundir más la cabeza en su hombro.
-Por poco. -pausó, sin apartar jamás la pupila del suelo. -Te vi ganar. Debí haber sido más rápido antes de que robara la espada... -se repetía mentalmente, una y otra vez, que era demasiado lento cuando no era verdad. En el caso de otra persona estuviera en su lugar habría tardado el doble en llegar. Agachó la cabeza, encorvando la espalda. -Fue mi culpa. Te atacó por mi culpa. No llegué a tiempo para hacer nada. -se sentía como un asesino, y no uno cualquiera. Uno que había matado al primer amigo que tenía, a la primera persona que lo trató diferente de los demás.

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El Ascenso del Dragón: La infidelidad y la crisálida del amor
Fanfiction-Segundo libro de la historia "El Ascenso del Dragón". -InoTan (Tanjirou x Inosuke). -OC (fanchild). Tras una vida en jaula, solitaria y estricta, pero feliz, Daiki descubre por primera vez el mundo real fuera de las puertas de su hogar. Preparado...