I. El anhelo de la soledad

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-¡Y entonces...! ¡Papá! ¿Me estás escuchando?

-Daiki... son las 2:00 de la madrugada... Por favor, ve a tu cuarto a dormir...

Más de media noche, Tanjirou e Inosuke habían sido despertados violentamente y de súbito por su hijo, quien después de tener un sueño emocionante, según él, no dudó en correr e invadir la habitación de sus padres, gritando a todo pulmón que tenían que escuchar todo lo que había vivido al otro lado de la mente. No les dejaba moverse demasiado, se había arrodillado entre ambos a la altura de sus caderas. El pelirrojo se mantenía boca arriba con el brazo sano sobre los ojos, mientras que su esposo estaba al contrario, boca abajo y abrazando la almohada, enrabietado y gruñendo contra esta por el sueño que tenía. ¿Quién en su sano juicio se levantaba a tales horas para chillar a pleno pulmón lo maravilloso que fue un sueño del que acababa de despertar? Por una parte, no les extrañaba demasiado. El hombre jabalí a su edad habría hecho exactamente lo mismo, rompiendo el silencio y la paz nocturna.

-¡Pero era tan bueno! -agitó los brazos, eufórico. -¡Quiero ser como en el sueño! ¡Seré el mejor cazador de demonios y me convertiré en un gran Pilar, como mamá y el tío Zenitsu! -con su confesión repleta de alegría y determinación, el de cabello azulado ahogó una orgullosa risa corta por el halago. Ladeó la cabeza lo suficiente para descubrir su sonrisa ladina.

-Qué prometedor.

-Espero que eso no pase. Significaría que para entonces seguiríamos siendo incapaces de exterminar del todo a los demonios. -no podían cometer el mismo error dos veces.

-Huh... Sí... -no había contado con aquello. Para él era normal la existencia de los demonios, tanto que no creyó que algún día desaparecieran. Pero conocía la historia, sabía que los eliminaron a casi todos, y que pudieron haberlo conseguido por completo si no hubiera sido por... Porque se hubieran escondido, suponía. El mohín que hizo con los labios y la forma tímida en la que jugueteaba con las manos hizo sentir una suave culpabilidad en Tanjirou, quien lo miraba con el ojo sano descubierto de debajo de aquel brazo. Había superado su pánico a los demonios, estaba dispuesto a luchar en serio y su ser ya no planeaba temblar más. Al fin el camino anhelado comenzaba a abrirse frente a sus ojos, pero... Su padre tenía razón.

-Mientras tratamos de conseguir eso estoy seguro de que serás el mejor. -no podía quitarle a su hijo la emoción y la determinación de esforzarse por hacerlo lo mejor posible dentro de sus límites. Sus palabras devolvieron el brillo a sus ojos esmeralda, luminosos. -Pero vete a dormir, un cazador de demonios cansado no podrá hacer mucho.

-¡Sí, señor! -sacó pecho sin mucho éxito, se levantó y creó una tormenta estruendosa de zancadas hasta su cuarto para obedecer.

-Cielos... -era un huracán viviente, sin duda. -Cada día se parece más a ti. -se retiró el brazo de la cara y acarició con los nudillos la mejilla contraria, sintiendo su suavidad, su piel fina y cálida.

-Eso me halaga. -¿y cómo no? Adoraba a su cachorro. Ya no se imaginaba una vida sin él. Cuando creciera un poco más y se marchara de casa... no sabía cómo iba a tomárselo. No quería que abandonara su hogar. Lo necesitaba, pero era consciente de que ya había encerrado suficiente a su pequeño bebé. Cerró los ojos, dejándose llevar por las delicadas caricias de su marido, dulces. -¿Crees que algún día de casa para vivir solo?

-Lo dudo... -suspiró, colocándose de lado y de frente a él, sin dejar de mimar su blanquecino rostro. -Daiki necesita que alguien viva con él. Aunque su enfermedad ya no lo mate, él continúa desprotegido frente a todo lo demás. Ya sabes cómo se pone con un simple resfriado...  Necesita de una persona que pueda ayudarle de inmediato.

Siendo sincero, Inosuke no sabía dónde encontraría a alguien lo suficientemente atento, preocupado y amable como para hacer tal cosa. Ni podía mentirse, le inquietaba demasiado el futuro de su niño. Tal vez demasiado.

El Ascenso del Dragón: La infidelidad y la crisálida del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora