VI. Deseo de descendencia y el hilo rojo del metal

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Fue una pequeña desgracia. Odiaba cuando le interrumpían, mucho más cuando se trataba del sueño, el descanso. Todavía medio inconsciente, con los ojos cerrados, frunció el ceño y arrugó los labios al escuchar aquella respiración errática, irregular, la culpable de que su noche tranquila se hubiera roto. Poco a poco, confuso abrió los párpados en la oscuridad, distinguiendo un vacío en el futón, pero una silueta sentada algo más adelante. Observaba una espalda agitarse, subir y bajar en contraste con el aire que parecía tomar y expulsar. Sus cejas se relajaron un poco hacia una mueca más inquieta y preocupada. Se apoyó sobre un codo para enderezar ligeramente su cabeza y torso superior, dejando de la sábana se deslizara hasta la altura de su cintura descubierta.

-¿Tanjirou? -murmuró lo suficientemente alto. Llamó la atención del otro, quien se irguió con suavidad de su encogimiento y giró la cabeza en la incompleta oscuridad.

-Lo siento, ¿te desperté? -la falta de respuesta evidenciaba que sí. No dijo nada más, puesto que Inosuke comenzó a colocarse y sentarse del mismo modo, agarrando con la mano la fina cobija que bajó más hasta cubrir su regazo. De la misma manera se encontraba el pelirrojo, apretando la tela en el puño. Las esmeraldas apagadas por la falta de luz se clavaban con insistencia en los orbes color vino. Las vibraciones que emitía eran irregulares, débiles en unos segundos e intensas en otros

-¿Por qué tienes miedo? -no le llegó una respuesta inmediata.

-Solo ha sido un mal sueño, no pasa nada. -su sonrisa suave era algo forzada a causa de la tensión que aún no abandonaba su cuerpo húmedo por el sudor de la ansiedad.

-¿Es por Daiki?

-No... -suspiró y agachó la cabeza, dejando que la melena roja despeinada ocultara sus facciones. -Es por ti. -olía la duda, la confusión. Entre ellos no había secretos, lo sabían todo el uno del otro, incluso si algo se les pasaba por la cabeza. No estaba en sus planes ocultarle nada... Pero... Tanjirou había sido injusto, él estuvo siendo un hipócrita, un embustero, desleal... Lo estuvo engañando durante quince años, sin decir una sola palabra al respecto. -Inosuke, ya no sé qué más hacer... -se inclinó hacia delante, llevándose las manos a la cara. -Perdóname, no quería que te preocuparas sin motivos... -pausó, reteniendo la respiración temblorosa, sintiendo de forma imaginarios la mirada de su esposo sobre sus hombros. -Pensaba que terminaría olvidándolo como todos los sueños. Creo... -tragó saliva con esfuerzo. -Creo que tengo miedo a un demonio en concreto que tal vez ki siquiera exista... Desde hace quince años no se me va de la cabeza... -ahogó una risa amarga. -Apenas sé cómo luce del todo y me aterra de todas formas... -permitió que se acercara, que su cuerpo desnudo chocara contra el suyo en un contacto superficial, pero cálido, abrazando su brazo canela y apoyando el mentón en su hombro. -Ya sé que vas a preguntar qué tiene que ver un demonio imaginario contigo... -lo adivinó. El hombre jabalí estuvo a punto de abrir la boca para eso. -La primera vez que lo soñé... me advirtió entre burlas que tú... no ibas a a estar para Daiki. Ni para mí. Quiero pensar que es una tontería, pero desde entonces no he dejado de pensar en que algo te pase estando fuera... Que te hagan tanto daño que no te puedas recuperar... -dejó que su esposo jugara con sus nudillos, acariciándolos, escuchando. -Pero esta vez ha sido diferente... Se me ha mezclado con la realidad y realmente pensaba que tú... -retuvo las ganas de llorar, de ahogarse. -Cuando saliste a tomar aire... no regresaste. Apareció de nuevo, me lanzó tus aretes haciéndome entender que te había matado. Apenas pude reaccionar bien cuando yo ya estaba siendo comido... -el tiempo efímero que dejó tras aquello hizo que el otro tomara la palabra.

-Entonces te despertaste. -lo vio y sintió asentir, sin dejar de mimar aquella mano desgastada. -Solo fueron cinco minutos, cuando entré ya estabas dormido.

El Ascenso del Dragón: La infidelidad y la crisálida del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora