Capítulo XXXI: Ariel no es copa C.

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Me gustan las piscinas.

No puedo recordar con exactitud en qué momento mis padres se dieron cuenta de mi amor por estas, pero al no tener un patio lo justamente grande para construir una alberca familiar, cada verano había una de plástico inflable esperando por Aaron y yo. La sensación de tranquilidad que me daba flotar sobre el agua, nadar y nadar por horas sin importarme nada más, moviendo mis brazos como una sirena en una prisión flexible.

En varias oportunidades mamá tuvo que reservar botellas de crema corporal en el refrigerador debido al bronceado intenso que recibía, e incluso una vez conviví junto a las compresas húmedas y pañuelos fríos luego de sufrir insolación.

Pero eran etapas horribles que no quería recordar.

Justo ahora mis pies se dirigían hacia el edificio de deportes con determinación, sujetando contra el pecho la mochila de tela, sin mirar a nadie durante el trayecto. Sería bochornoso decir que estaba allí solo por media hora, cerca de la noche, a punto de usar un estúpido bikini rojizo prestado por Sarah (factiblemente como un método por persuadir de salir con Jace). Todos los miércoles luego de las 05:50 p.m. el equipo de natación de Melbourne abandonaba la piscina debido a la limpieza programada para las 07:30. Faltando un minuto para las 7:00, podría divertirme un poco antes de que el personal llegue. Luego de una fatídica tarde, sonaba como el plan perfecto.

Siempre quise ser un delfín.

«MIERDA.»

«¡SANTA MIERDA!»

Mi ceño se frunció, observando los dos mensajes de Styles en mi vibrante teléfono.

«¿Qué? ¿Qué diablos ocurre contigo?»

A los segundos respondió: «¿CUÁNDO COMENZASTE A RELLENAR LOS TRAJES DE BAÑO DE ESA FORMA? ¿AHORA ERES COPA C? JODER.»

Mis ojos se abrieron, a punto de tirar el teléfono cuando me cubrí con mis brazos y observé alrededor: «¡Eres un jodido acosador! ¡Sal de donde estés!». Tenía cien ojos en cada esquina, cuando una risa se escuchó al frente, causando que alce la mirada sin dejar de ocultarme entre mis brazos. Una mata de rizos se observó luego de que la puerta abriera y Harry alzó las manos en son de paz, sin parar de sonreír entretenido.

―Que conste que no estaba observando conscientemente. Durante los primeros segundos ―Me guiñó el ojo divertido, encendiendo mi cara de rojo por el bochorno mientras me movía hacia mis cosas, en un intento por agarrar la toalla―. Estás en mi territorio, Bunny Bear, ¿sí sabes que hoy hay práctica del equipo, no es cierto? Maggie debió contarte. ¿También sabes que para llegar a la salida tienen que pasar al frente de esta puerta? Capturaste un par de miradas ―De acuerdo, no lo sabía. Siempre pensé que este estúpido edificio tendría otra salida en la cancha; el área deportes no era precisamente el lugar más concurrido por mi presencia y siempre prefería ir hasta Northside antes que tomar una ducha junto a todas esas personas. Precisamente por el hecho de que me incomodaba estar en paños menores alrededor de gente.

Como ahora.

Volteé los ojos―: Solo quería nadar.

Harry sonrió de medio lado, negando con la cabeza mientras se recargaba contra la puerta―. ¿Eso que escucho son explicaciones? ―Quiso saber, realzando una de sus cejas socarronamente al momento en que abrí mi boca, dispuesta a rebatir. La volví a cerrar cuando me di cuenta de que tenía absolutamente nada como respuesta―. Las explicaciones nunca han sido mi cosa, Parker. Soy más del tipo práctico ―Todos mis sentidos se pusieron alerta cuando su mano comenzó a jalar la orilla de su camiseta. Su cabello recién bañado fue dejado a la vista nuevamente cuando tiró la tela en el suelo, y mis ojos estaban abiertos como... plenamente en shock.

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