Volver a casa me colmaba de una sensación tan inconcebible. Sería como perpetuar en carne viva todas las situaciones que pasé en esa ciudad, con solo un repaso por las edificaciones.
Cuando viese la verja de la señora Matthers recordaría cuando mi pelota se desinfló al rozar la parte superior de la puerta corroída, dejándome sin balón para jugar hasta tres años más tarde, en Navidad del 2004. En el patio trasero de la casa recordaría la ocasión en que Aaron casi se cae de encima del tinglado porque sus cartas del Sello de Oricalcos y Dragón Blanco de Ojos Azules salieron disparadas por la ventana, promoviendo que a mamá casi se le salga el corazón al percibir cómo mi hermano resbalaba hasta el borde. Cuando mis ojos descansaran sobre el afiche de Harry Potter en la pared de mi alcoba, recordaría la mancha de pintura indeleble sobre el papel tapizado que ocurrió hace unos años en una pijamada con Harry y ella. Había sido una solución desesperada, deseando que mis padres no peguen el grito al cielo al notar la nube granate que empezaba desde Ronald hasta Hermione.
Tomé un respiro tácito, diciéndome que podría hacer esto.
No era el hecho de que vaya a ver a mis padres lo que me ponía tan inquieta, era que mi cabeza abordaba a formular una pregunta que con franqueza me hacía entrar en pánico casi al instante: ¿estaba visitando mi casa, o la casa de mis padres? Desde hace cuatro años había tomado un camino diferente al de ellos, y estaba a meses de emprender una nueva etapa en mi vida. ¿Esto significaba que ya no estaría bajo su tutela? ¿Tendría que buscar un nuevo lugar para vivir al graduarme, o volvería a casa de mis padres como si todos estos años no hubiesen ocurrido?
Inhalé de nuevo, buscando relajar los músculos. Era la única manera de sobrevivir.
Terminé de doblar la última prenda, tirándome encima de la valija con intención de cerrarla, cuando vociferé el nombre de mi prima y a los pocos segundos apareció con un paquete de bocadillos de fruta en la mano, riendo al reparar en la absurda posición en la que me hallaba lidiando ineficazmente con el equipaje. No necesité pedir ayuda en voz alta, porque ya Paz tenía sus dedos jalando del cierre para que nada salga estallando como una bomba atómica.
Pude inspirar con serenidad al verlo sellado.
―Gracias.
―De nada, A ―Hizo un saludo marinero, sonriendo―. Probablemente deberías ir bajándola. Aaron llegará en cualquier momento y Harry y Liam están apilando las maletas en la entrada para meterlas al auto apenas llegue.
―De acuerdo ―Me di la vuelta, agarrando mi NoteBook de la cama para meterla en su funda, cuando me cercioré de no dejar olvidado el cargador y aproveché de incluir los audífonos. Mi prima se despidió para acabar con lo suyo y yo musité un «nos vemos en un rato», trasladándome hasta el bolso de mano. Adentro había guardado un cuadernillo junto a un bolígrafo para garabatear, algunas bolsas de comida que variaban desde patatas fritas hasta Pop-tarts, y me tomé la molestia de preparar mi iPod con canciones actualizadas además de la portátil en disposición para ver películas durante el viaje. Lo último que introduje fue el libro de Hardcox, sonriendo tontamente cuando arrullé la portada contra mis brazos y se sintió como conmemorar al beso de anoche, encontrándome sorprendentemente liviana.
Salí de mi ensoñación, abriendo los ojos.
Tiré del cierre, guindándolo en mi espalda cuando empecé a deslizar la valija por el piso mientras me encaminaba a la entrada, silbando una canción que recientemente Liam estaba escuchando mucho.
Hasta ahora los planes eran que Maggie nos transportara a Los Ángeles con el auto rentado de Aaron, allí tomaríamos un vuelo de seis horas y media con escala en Dallas hasta el aeropuerto regional de Tallahassee, en donde nos buscarían nuestros padres e iríamos dichosamente a casa. Sar tomaría el aventón hasta LAX y se iría en otro vuelo directo a Birmingham, y como Maggs permanecía en California, se encargaría de devolver el vehículo. Si bien regularmente debería estar mi hermano presente para la entrega, la compañía había hecho una excepción debido a los padres de Harry.
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Dating Who
FanfictionAileen Parker estaba al tanto de que frases como «su toque me electrizaba» no tenía nada que ver con sentimientos apasionados, más que simple física y química. No pecaba de ignorancia sobre las mariposas que tantos adolescentes juraban sentir en sus...