Capítulo XLV: Le Printemps.

14.9K 1.1K 946
                                    

―Soy Batman.

Me volteé, estrujando nuevamente mi vestido cuando me hallé con algo que convincentemente no había esperado:

―Eres Spider-Man.

Pestañeeé, estupefacta.

―Negro. Y verde.

Él rió, carraspeando como si estuviese nervioso―: Es el Traje de Sigilo de Spider-Man.

No le perdí de vista durante unos segundos, como si lograse revelar algo sobre su persona con solo contemplar un traje de malla, haciéndome toser cuando un campechano pensamiento cruzó por mi mente.

―¿Te das cuenta de que he venido con algo de DC y tú con algo de Marvel?

Hardcox me tendió su brazo, induciendo que una sonrisa surque mi expresión cuando lo tomé con el corazón bombeando vigorosamente―: Veo que unos tontos querían impresionar al otro ―Bufoneó, picando que ría en voz baja, aclarando mi garganta cuando me di cuenta de que seguíamos en medio de la pista como un par de imbéciles―. ¿Quieres salir? Escuché que decoraron la parte trasera también.

Esta era la escena en la que podría secuestrarme y vender mis riñones al mercado negro.

―¿Eres un pedófilo o ladrón de órganos?

Otra risa se sintió, acarreando mi mirada curiosa―: ¿Te fiarías de mí si te dijese que la última vez que revisé, no lo era?

Definitivamente era Hardcox.

―Tal vez. ―Comenté con una sonrisa de medio lado.

Hizo un saludo de cortesía final entre la multitud de personas y comenzamos a trasladarnos hasta la puerta trasera que nos llevaría a otra parte del campus, opinando que incuestionablemente podría vomitar en cualquier oportunidad a pesar de que empezaba a entrar en confianza con él.

¿En algún momento dejé de hacerlo?

―Así que, ¿en la vida real hablas como Batman o solo intentas confundirme? ―Cuestioné cuando llegamos a las afueras, realzando la ojeada a su máscara del Hombre Araña tenuemente iluminado por los alumbrados. No estaba adornado con luces de navidad como en las películas románticas, pero tenía fanales anaranjados dondequiera y más mariposas de papel entre los setos, proporcionándole un aire cálido al entorno.

―Es una desgracia, en realidad, que mi voz natural no sea como la de Batman ―Dramatizó, haciéndome reír, cuando prolongamos el camino entre las distintas parejas que figuraban no apetecer estar entre el fervor del salón, pero evidentemente entre el que se podían convidar el uno al otro. Inclusive había varios amigos charlando en los bancos, donde seguramente quedaríamos Pat y yo luego de profusas intentonas por perseverar positivos respecto a no ser unos perdedores inadecuadamente capaces de adaptarse a entornos sociales. Algunas parejas eran bastante públicas en cuanto a su origen de Dating Who, y ver que se quitaban los antifaces con tanta desenvoltura en efecto me daba un poco de envidia―. Soy algo distinguido por acá, así que quizá puedas reconocerme si hablo naturalmente y no puedo dejar que eso ocurra, no aún. El secretismo es clave, ¿no es así?

―El misterio de lo irreconocible es clave. ―Cité, irónica―. ¿Eres popular?

―No quiero que me etiquetes como algo en específico, LadyLigeia ―Él se apresuró en comunicar, como si asumiese la sospecha de que una persona como yo tuviese prejuicios por personas con mejor vida social que la mía―. Solo sucede que soy conocido, pero en verdad no quiero que me etiquetes como popular, como si esa palabra pudiese definir todo lo que soy, porque no es el caso.

―Conque eres un papel importante en el equipo de fútbol...

Pude advertir el movimiento de su boca en la protección, volviendo a abrirla sin prorrumpir sonido alguno, cuando aclaró su garganta―: Algo así.

Dating WhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora