Charles Bukowski dijo, “los perros tienen pulgas, las personas tienen problemas.”
En frente de mí, con un metro ochenta y sonrisa odiosamente petulante, estaba mi pulga personal. Dentro de la ironía del comentario, se acostaba en una cama con un brazo sobre el estómago mientras una habitación colmada de blanco nos rodeaba.
―Te dije que no tendrías que preocuparte por la existencia de nuestros hijos, Parker ―Su molesta voz se escuchó entre nosotros―. Seguiré fastidiándote por muchos años.
Me crucé de brazos, observándole enojada antes de resoplar―: Porque lo sensato de hacer al ver a una persona colapsando en frente de ti es dejarlo tirado y olvidarte de la existencia de la medicina. ―Expuse irónica.
Harry rodó los ojos, riendo―: Evita el sufrimiento y admite que me amas con locura, Bunny Bear. No tienes que poner excusas como «verme colapsando» para tener que pasar un tiempo de calidad conmigo ―Estuve a punto de levantar el florero decorativo a mi lado y depositar el agua de las flores sobre su mugriento cabello, pero mi parte racional apaciguó a la impulsiva, y solo viré mis ojos ignorándolo―. Aileen ―La seriedad en su voz me asustó un poco―, ¿supiste de algún familiar? ―Por un breve segundo lo miré a los ojos, y pude notar cuánto batallaba por pretender que no estaba enloqueciendo por saber la respuesta, justo como un niño que no creía en Santa Claus pero de todas formas esperaba el regalo más grande debajo del árbol Navideño.
Bajé la mirada, sin saber qué decirle―: ¿Qué dijo el doctor?
El muchacho intentó ocultar la decepción, pero lo conocía desde hace años y sabía que un pequeño malestar estaba presentándose en su pecho―: Lo mismo que me han dicho los demás doctores a los que he visto durante toda mi vida ―El sarcasmo raspó en su garganta, rodando los ojos sin parar de sonreír forzadamente―. En todo momento debo mantener a la mano una caja de EpiPen y una Aileen Parker en caso de que vuelva a sufrir un accidente como este ―Se sentó, echando sus pies hacia el extremo derecho. En otro caso, las piernas colgarían sobre el aire pero su altura no permitía más que tocar corrientemente al suelo―. Tal cual.
―Seguro. El doctor sabe lo que una Aileen Parker es.
―Es como Batman pero con pechos ―La voz de Patrick se escuchó un segundo después de que la puerta se abriera, cuando todos entraron y una carcajada escapó de mi boca, girándome hacia su dirección.
―¿Interrumpimos algo? ―Preguntó burlona Paz.
―Cállate, tonta. ―Le di un empujoncito, rodando los ojos, mientras los demás reían.
―Es lo que he estado pensando durante todo el camino desde Melbourne ―Sarah soltó un suspiro típico de Hollywood, negando con la cabeza―. En el auto ha contado chistes que varían desde «préstame una bolsa plástica para poder asfixiarme» a «¿qué tan doloroso sería abrir la puerta y tirarme para rodar en el asfalto?» ―Otra carcajada se escuchó, cuando la castaña nos miró abriendo la boca ofendida y dándonos un par de golpes que provocaría una fatal muerte si fuésemos hormigas.
―No puedes imponer la violencia cuando tu nombre es Paz. ―Apuntó Liam.
―Créeme que a veces puede. ―Rió Sarah.
Zayn se acercó a nosotros―: ¿Todo bien? ―Quiso saber.
―Estuvo bien desde que me inyecté pero Parker perdió los estribos, llamando a emergencias antes de poder escapar ―Niall se acercó al castaño mientras este hablaba, tomándome desprevenida cuando rodeó mis hombros y nos encaminó hasta Harry. Por poco caigo encima del chico, si no fuese por mis manos que se detuvieron en el colchón antes de que todos corrieran por un abrazo grupal. Mi rostro quedó a centímetros del suyo cuando alguien se unió por atrás empujándome levemente, y mi sangre se congeló observando cómo el chico abría sus ojos de la sorpresa.
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Dating Who
FanfictionAileen Parker estaba al tanto de que frases como «su toque me electrizaba» no tenía nada que ver con sentimientos apasionados, más que simple física y química. No pecaba de ignorancia sobre las mariposas que tantos adolescentes juraban sentir en sus...