Capítulo VIII: La hermandad de la terraza.

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Los snickedoodle son la cosa más sabrosa jamás creada, y mucho más luego de una ardua mañana de ejercicios y clases. Podía sentir la canela en mis papilas gustativas, con el crémor tártaro y toda su deliciosa suavidad con cada mordida apetitosa que le daba. Lo acompañaba con una Sprite fría, y podía decirles que no había nada tan genial como ello, observando el paisaje que me ofrecía Melbourne mientras los matices se oscurecían en el cielo. Mi madre tenía esta extraña creencia de que si tomaba Sprite con la menstruación el supuesto limón de la gaseosa me cortaría el siclo y moriría con un sangrado interno, pero mi madre también fue la misma persona que me hizo creer de niña que la luna me estaba siguiendo cuando estábamos en el auto, así que no había mucho en lo que basarme.

If that's what you wanted, if that's what you wanted ―Claro que tenía que estar con mi iPod en manos, porque sino la ecuación no estaría completa. Tenía el cargador de la batería portable mientras que me sentaba sobre la grama verdosa, y mordía mi labio inferior con los ojos cerrados y la espalda apoyada en un tronco. Ryan Tedder estaba teniendo un ataque con los «ohh» en la canción justo ahora, conmigo moviendo la cabeza al ritmo de éstos, pero me permití susurrar la letra cuando regresó―. I'll run now, this time. Oh, my love is true. Tell me, something that I wouldn't do. ―Mis ojos se abrieron de sopetón cuando mi cuerpo fue levantado bruscamente, y me encontré con Harry Styles arrastrándome por el pavimento con la mandíbula apretada, en frente de mí.

Oops, el ogro debajo del puente se había despertado.

Quise reír cuando el coro de la canción regresó con su «si eso es lo que querías», como un recordatorio de que yo misma había buscado su despertar, pero me quedé callada cuando aún con uno de mis audífonos guindando por la brisa, podía seguir escuchando la canción de fondo como si me encontrase en una de esas películas dirigidas para adolescentes. Irónicamente terminó cuando el rizado golpeó mi espalda con una de las paredes de los edificios, y sus ojos llenos de furia se encontraron con los míos, encarcelándome entre sus brazos como un pequeño chihuahua en uno de esos bolsos costosos que solía cargar Paris Hilton consigo.

No le tenía miedo a Styles, pero observar la seriedad en sus ojos luego de nunca me hacía admitir que efectivamente estaba un poco amedrentada. De cierta forma, en el fondo me sentía tiritando de nervios como uno de esos canes.

Patrañas.

―Tú, diccionario ambulante, estás en muchos problemas.

Oh, no acaba de llamarme eso.

―¿Te enteraste de mi pequeña bromita, Styles? ―Una sonrisa de medio lado se dibujó en mi rostro, mordiendo mi labio inferior con fuerza cuando sus manos sostuvieron con algo de fuerza mis muñecas, frunciendo sus cejas. Tenía inclementes ganas de escupirle con esa sensación de esposas que me producían sus dedos.

―Fui hasta Marilyn, sí ―Me respondió la sonrisa, solo que sin la gracia que lo solía caracterizar. ―Le exigí respuestas, también, en frente de todo el instituto ―¡Oh, maldición! Hubiese pagado por ver ese tremendo espectáculo, pero sabiendo captar movimientos inteligentes de otros, también los podía ejecutar. Harry Styles me hubiese aniquilado si estaba en la escena del crimen―. ¿Sabes qué pensé cuando me dijiste? Que mis padres me iban a asesinar apenas se enterasen. El dinero no era problema, claro, pero solo podía pensar en las veces que mi madre me advertía acerca de mi estilo de vida, sabiendo que la decepcionaría como los mil demonios si regresaba sin un birrete de graduación, pero con un bebé entre mis brazos―Algo en mí se estaba arrepintiendo de la jugada que hice, pero no podía olvidarme de todas las veces que he sido yo la perjudicada por su culpa. Tenía que mantener mi cabeza fría―. Y si no pudo ser mejor, en el momento en que todo eso ocurrió mi hermana se encontró con nosotros y observó toda la escena con ojos asombrados. La decepción que no vi en mis padres la vi en los ojos de Gemma. Genial, ¿huh?

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