Capítulo XI: Siete minutos en el paraíso.

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―¿Cómo dices? ―Me atraganté con mi propia saliva.

―No pienso dejar que envejezcas sin haber tenido ninguna emoción en tu vida. Tendrás que tener una buena historia que contarles a nuestros nietos ―Mis ojos prácticamente desguazaron a Harry Styles junto a toda su bocota. ¿Nietos? ¿Él? Por favor, siguiente chiste―. Es por eso que hoy nos embriagaremos.

―Entiendo que sigas intentando meterte en mis bragas, pero sólo porque pasó lo que pasó entre nosotros no significa que tengas derecho a decidir si quiero o no embriagarme esta noche ―Gruñí cual bestia pestilente mientras cruzaba mis piernas sin dejar que se viese mi ropa interior antes de seguir tomando de mi Frostie, la cual fue arrebatada de mis manos justo como mi felicidad. Harry me miró ceñudo pero antes de que soltase sus palabras sobre el pasado, le corté―. No pienso volver a escuchar falsas declaraciones, Harry, así que por favor lárgate. ―Sin embargo, eso no pareció entrar por su cerebro o quizás se le salió por el otro oído porque tiró la Frostie lejos de nosotros y ni siquiera se preocupó en ver si hirió a alguien o se partió la botella, sólo me miró.

―Toda mi vida te he visto, y nunca te había relacionado con la cobardía.

―Eso es porque tal concepto no se encuentra en alguien como yo.

―¿Segura? Porque puedo apostar que cobardía es lo que sientes justo ahora viendo a esa Heineken en frente de ti. ¿Por qué no te animas, cariño? Una no te hará daño. ―Él le dio un largo trago a la suya, como enseñándome el ejemplo gráfico de lo que debería estar haciendo mientras me observaba de reojo. Le miré ceñuda antes de rodar mis ojos dejando que esa vena competitiva salga en mí y comience a tomarla como toda una profesional. Cuando la verdad lo más probable es que cuando ni siquiera he terminado la primera ya esté bailando «YMCA» encima de la jodida mesa mientras me creía el motociclista de Village People.

No es como si no hubiese pasado antes.

―Eso. ―Harry animó con una sonrisa, dándole otro trago a la suya.

―Que sepas, Styles, si llegas a emborracharme con esto nada más para llevarme a la cama bajarás hasta el último escalón de dignidad. Además de que la manutención de menores está muy cara ahorita. ―Le fulminé con mi mirada escuchando la risa divertida del rizado mientras le daba otro trago a su bebida. Me giré en la butaca para ver cómo iban las cosas: Paz bailaba contra un amigo de Harry en la pista de baile, en una de las esquinas se encontraba Maggie comiéndose entero al que reconocí como Cameron pero no habían señales de vida por parte de Sarah. Mis ojos se abrieron en alerta, comenzando a escanear el lugar rápidamente y rezando a todos los dioses existentes e inexistentes porque mi alocada amiga no estuviese haciendo cosas indebidas en un baño público y sin protección.

Pero me permití soltar un respiro y dejar de pensar en que Jimmy sería un terrible nombre para un bebé cuando la vi coqueteando con un grandote mientras jugueteaba con su dedo en una de las esquinas de la barra. Aliviada le di otro trago a mi cerveza, el cual comenzaba a pasar con más facilidad―. ¿Me escuchaste? ―La voz del castaño me sacó de mis pensamientos, dando un brinquito y suspirando con pesar al darme cuenta de que el chico seguía a mi lado. Pero negué con la cabeza, alentando a la sonrisa pícara de Harry―. Bien, será una excusa para volver a decirlo... En primer lugar, no voy a negar que estando borracha igual seguirías recordándolo pero quiero sentir la satisfacción de que cuando finalmente te haga mía sea contigo consciente de ello. Y en segundo lugar, no existirá ninguna manutención ya que siempre me protejo.

―Lo mismo pensaban tus padres y ya ves. ―Me encogí de hombros como si nada.

Al fondo escuché la suave carcajada de James, dándome a saber que estaba al pendiente de mi reciente conquista, según él muy posiblemente debía estar pensando, y todo lo que se decía en la conversación. Exhalé tomando otro trago de mi cerveza, un tanto necesitada de más―. Dale otra, por favor ―Harry sonrió forzadamente hacia James, rodeando mis hombros y dándose cuenta de mis ganas de inyectarme Heineken en las venas―. Muy graciosa, Bunny Bear, realmente me sorprendes con tu ingenio pero con eso no llegarás a nada conmigo. Mucho menos a una cama. ―Dijo antes de sentarse en la silla de al lado gracias a Buddha y todos los cielos.

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