Capítulo LXXXIX: With a Little Help from My Friends.

11.5K 939 480
                                    



Arrugué la frente, cerrando un poco más fuerte los párpados ante el sonido de pasos a mí alrededor.

Wo ist mein Handy?

Me incorporé de golpe, sentándome con la expectativa de hallar a nuestro grupo de curso con sonrisas guasonas cuando acogí la perspectiva de dos señoras al otro extremo de la habitación y di una ojeada al muchacho acostado sobre el sofá.

Se apoyó en el codo, mirándome mientras pasaba su mano sobre su ojo adormecido. —¿Qué hora es?

Tuve que zanjar mi momento de «el tonto se ve tan adorable así» para examinar mi teléfono un segundo. —Son las cinco de la mañana.

El muchacho asintió, un poco desorientado con el ambiente en su entorno hasta que distinguió a las dos mujeres presentes en la habitación y se sentó con la misma precipitación. Las señoras sonrieron antes de irse por las escaleras para hacer una llamada y Styles destrabó una risita después de eso, tumbándose en el sofá de nuevo con una sonrisa bobalicona.

—¿De qué te ríes? Eso fue embarazoso. —Le propiné un golpecito que le adicionó más gracia a de la situación—. Deberíamos movernos antes de que Carly o uno de los representantes se den cuenta de que estamos aquí. El plan es escabullirnos en nuestras habitaciones y lucir como unos ángeles en nuestras camas.

Harry asintió. —Si primero me das un beso de buenos días, Bunny Bear.

Sonreí torcidamente, contemplándolo debajo de mis pestañas pacíficamente cuando me incliné sobre su rostro y le deposité un beso en los labios. La sensación fue tan cálida que me hizo querer echarle agua a todas las mariposas ilusorias de mi estómago para dejar de sentir el hormigueo inacabable.

—¿Mejor ahora?

—Mucho mejor. —Sonrió con una mirada sutil, serpenteando la mano para ubicarla en mi cintura antes de agregar—. Pero te olvidaste de un pequeño detalle: la supervisora cerró las puertas antes de irse a dormir. Tenemos que esperar hasta las siete para que podamos irnos a cepillar los dientes.

Curvé una ceja con expresión entretenida. —¿Estás sugiriendo algo?

—Solo la naturalidad de la vida —dijo con una sonrisa compradora, sentándose en el sofá para ganarme una cabeza de altura. Era un cambio, ya que de pie me llevaba como tres.

El lugar disfrutaba de historietas en la repisa de la estancia así que ambos nos pusimos a leer en voz baja, reconociendo al empleado que encendió la chimenea para disipar el frío atesorado por la noche y restableció la sensibilidad a los dedos de nuestros pies.

—¿Chicos, pasaron la noche aquí? —Los dos pegamos un brinco al escuchar la voz de la señorita Carly a nuestro costado y yo estuve cerca de prorrumpir toda la verdad en lo tocante a nuestra velada hasta que percibí los ojos de Maggie al fondo, articulando «Paz está en la ducha» con la asistencia de señas y ojos abiertos en la punta de los escalones.

Mi versión mental se arrodilló calamitosamente para obtener habilidades de actuación con un chasquido de dedos. —Uh, no. Lo que pasa es que Paz tomó la ducha y decidí bajar a la sala común para esperar a que termine.

—¿Harry también? Pensé que estaba en el baño. —Nos inspeccionó con ojos confundidos o desconfiados, no sabía diferenciar esa cara de arrugas y cejas onduladas.

—Estaba en el baño pero ya salí. Ya sabe, soy una persona de duchas cortas. —Casi aplaudí la capacidad de mentir sin decir «¿en el baño?» para producir más tiempo de ingenio, pero todo deseo de engrandecimiento se esfumó con el parloteo que le prosiguió a su afirmación—. Bueno, por supuesto que no sabe porque jamás se ha duchado conmigo pero ahora lo sabe. Aunque tampoco estoy diciendo que deba ducharse conmigo para saberlo, pero usted me entiende, ¿no?

Dating WhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora