Me hallaba de vuelta en el 2012.
Estaba empacando mis últimas cosas puesto que estaba a punto de partir a otro estado para proseguir con mis estudios académicos. Desde luego, era un paso gigante para una Aileen diminuta, pero Florida estaba empezando a verse oscuro con cada rincón en el que la veía a ella y necesitaba un respiro de todos los recuerdos dolorosos.
Tenía su encanto, no lo iba a negar, pero después de ser parte de las noticias locales por un suceso violentamente trágico, algunas veces no era suficiente con solo tener cierto encanto.
—Te voy a extrañar, Aileen. —Fue una de las pocas veces que mi hermano me dijo esas palabras, más que todo porque vivimos en la misma casa durante todo lo que llevaba de vida y no había motivos para echarme de menos hasta ese momento.
Él estaba estudiando en el segundo año de secundaria en una escuela pública de la ciudad, así que tampoco había forma de que me acompañara a California.
—Yo también te voy a extrañar, Aaron. —Era uno de esos momentos inauditos en los que no había tiempo para fastidiar al otro, así que la fiesta transcurría en paz y armonía.
Dejé de acomodar el equipaje de mano para corresponder al abrazo apretado de mi hermano, cerrando mis ojos con pesar al tener que irme a vivir por mi cuenta.
—Siempre pensé que iba a ser el primero en dejar la casa —dijo para subir los ánimos, así que le concedí el deseo de sonreír solo porque era la última vez que lo iba a ver hasta las vacaciones y continué con la tarea de meter cosas de último momento a la mochila.
La voz de mamá se escuchó desde el primer piso, gritando. —¡Es hora de irnos! Quedé con Anne de que nos veríamos en el aeropuerto.
Mi cara debió decir «¿Anne?» porque mi hermano alcanzó mi maleta y se fue de mi habitación luego de decir «¡sorpresa!».
Bajé al terminar mi equipaje con la misma cara descolocada, pero no me dio tiempo de hacer la pregunta del millón de dólares porque mi madre movió a todos hasta el automóvil como si tuviese un cohete en el pantalón y no paró de hablar en todo el camino sobre las cosas que debía tener en mente para no sucumbir al sueño eterno dentro de una semana.
—Tienes que alimentarte bien. Voy a llamar con frecuencia para saber si lo estás cumpliendo, cariño, porque estás en un proceso de crecimiento y es importante que tengas una dieta balanceada. Además, si te enfermas no olvides llamarme para decirte lo que debes tomar y recuerda ir a la lavandería los fines de semana porque es de mal gusto estar usando ropa que huele mal.
Le di un codazo a Aaron en las costillas porque el tonto se cubrió la boca para soltar una risa sigilosamente guasona.
—También, es importante que mantengas el gas pimienta contigo cuando vayas a salir y por favor avísame cuando ese sea el caso. ¿De acuerdo, Aileen? —Mamá giró la cabeza en el asiento del copiloto para poder prestarme atención, así que asentí con obediencia porque comprendía que ella estaba tan frenética como yo por dejarme en una ciudad indiscutiblemente apartada de Tallahassee.
—De acuerdo.
Salimos de la ciudad a las once de la mañana para llegar al aeropuerto de Miami a las seis de la tarde, y aun cuando tuve siete horas valederas para hacerle la pregunta a mi mamá, el resto del viaje me la pasé dormitando en el asiento trasero del auto junto al baboso de mi hermano. Mi padre me echó una mano con el equipaje cuando nos estacionamos y mi hermano rodeó mis hombros mientras entrábamos al Aeropuerto Internacional de Miami para hacer de las suyas una vez más.
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Dating Who
FanfictionAileen Parker estaba al tanto de que frases como «su toque me electrizaba» no tenía nada que ver con sentimientos apasionados, más que simple física y química. No pecaba de ignorancia sobre las mariposas que tantos adolescentes juraban sentir en sus...