Era un día normal de clases en la academia de Melbourne.
Había una tropa de chicas de primer año riendo por algún chismorreo del momento, los chicos estaban circulando por los pasillos con mochilas que destrozaban sus columnas vertebrales, los profesores caminaban con cantidades de exámenes en sus maletas de cuero y unos cuantos estudiantes corrían detrás de los últimos para que acepten recibir trabajos atrasados.
Como dije, un día normal de clases.
Estaba siendo parte del segundo grupo indicado, teniendo la intención de coger un libro de mi casillero para la próxima clase que iba a ver cuándo la puerta por la que iba a pasar se abrió de golpe y mi «¡¿qué demonios?!» se vio truncado por una mano que me jaló adentro, asustando los colores de la vida fuera de mi pálido rostro.
Harry me devolvió la mirada.
—¡¿Estás loco?! —Le aticé un golpe en el pecho con la palma de mi mano y solté un suspiro desahogado, echándome hacia atrás para calmar mis nervios—. Pude haber usado una de las técnicas de las chicas exploradoras para quebrarte la nariz, tonto. Aparte de que alguien seguro me vio siendo tragada por la puerta.
El muchacho soltó una risa mientras se apoyaba en la pared con sus brazos doblados. —¿Estás hablando en serio, Bunny Bear? También caminé por el pasillo y dudo que muchas cosas hayan cambiado en diez segundos. —Estuve a punto de responderle con un comentario sabiondo solo para quitarle la sonrisa jactanciosa de su rostro, pero lo dejé pasar porque estaba el molesto hoyuelo presente y no quería que se esfumara—. El pasillo es como esta dimensión desconocida donde todos están tan metidos en sus propios asuntos que nadie se da cuenta de lo que ocurre en frente de sus narices.
Tal vez tenía razón, pero no iba a darle el placer de tener motivos para sentirse jactancioso; en cambio, mordí mi labio inferior y crucé mis brazos con la barbilla alzada, balanceándome en mis pies cuando analicé el escenario que nos estaba rodeando.
—El armario del conserje, ¿es en serio, Harry? Es como el escondite más reconocido del mundo, lo más cliché en la historia de los clichés. —Negué con la cabeza con una decepción tan real como el sol congelado, riendo—. Hay una foto de ello en la definición de las malas decisiones. Es la personificación de la obviedad más evidente a través de los siglos. Gente ha muerto aquí en las películas de terror adolescente.
Harry me miró con una sonrisa juguetona cuando rodeó mi cintura con sus brazos para acercarme. —Está bien, Enciclopedia Larousse, puedes poner en estado de reposo a esa cabeza tuya por un microsegundo.
El lado derecho de mi cachete sobresalió por la presión de la punta de mi lengua, asintiendo sarcásticamente con mis brazos cruzados mientras hacía sonar el suelo con mi zapato de goma. —¿Enciclopedia Larousse? Sigue así que vas por un camino espléndido, Waldo.
—¿Waldo?
Solté una risita pequeña porque su cara de confusión era como la de un niño al ver una ecuación de segundo grado. —Porque estás escondido a simple vista.
—Waldo definitivamente no está escondido a simple vista. —Me contradijo, negando con la cabeza con mucha convicción—. En aquel entonces, el hijo de perra me podía tener más de tres horas buscándolo. Eso no es simple vista.
—La verdad es que mi hermano me ayudaba a buscarlo —Recordé con una sonrisa los viejos tiempos, cuando no había preocupaciones del futuro o cualquier vistazo hacia la adultez—, aunque siempre terminaba encontrándolo yo.
La mirada distraída de mi rostro se vio interrumpida por el movimiento imprevisto del muchacho, aproximando mi cuerpo con su brazo derecho mientras lo veía a los ojos con estos tan grandes como la luna. —¿Trajiste la película, Bunny Bear?
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Dating Who
FanfictionAileen Parker estaba al tanto de que frases como «su toque me electrizaba» no tenía nada que ver con sentimientos apasionados, más que simple física y química. No pecaba de ignorancia sobre las mariposas que tantos adolescentes juraban sentir en sus...