Dating Who

Capítulo XCII: Nadie espera encontrarse a la Inquisición española.

Estábamos en enero.

¿Cómo es que habíamos empezado otro año si hace poco estábamos en febrero? La rapidez con la que pasaba el tiempo me dejaba estupefacta. Había momentos donde me ponía a pensar en todos los meses que pasaron desde que me registré en Dating Who, y todos los cambios que habían ocurrido en mi vida desde entonces. Unos para bien y otros para mal, pero eran cambios que dejaron marca para el futuro.

El año nuevo lo recibimos en Ámsterdam, donde subimos a la terraza del albergue con un congelamiento de huesos descomunal y algunos chicos consiguieron esconder bebidas alcohólicas en el suceso. De cualquier forma, solo experimenté con una botella pero fue más que suficiente para que me sintiera liviana de la boca y que más tarde se encadenara con mis emociones.

—¿No te has preguntado por qué el año empieza en enero, Harry? ¿Por qué enero, de todos los meses? Quiero decir, hay tantas culturas y tantos calendarios, y por algún motivo solo elegimos uno. —El susodicho tuvo que escuchar a todas esas majaderías, pero me alegraba tener a alguien que prestara atención a todas las sandeces que salían de mi boca—. El calendario que conocemos hoy en día gracias a Los Tres Grandes Desconocidos nos dice que el día y el año se fundamentan en un calendario solar, es decir, en la rotación de la Tierra sobre sí misma y el sol. Como sea, las semanas corresponden a una fase lunar distinta y los meses terminan de acuerdo al movimiento de la luna, por lo que se basa en los calendarios lunares. Sin embargo, su origen está en el antiguo calendario romano de diez meses, que era un calendario lunar.

—¿Hablas tanto cuando estás alegre, Bunny Bear? —En aquel tiempo no había advertido la manera en la que apartó la botella de mis manos, porque estaba tan ocupada en la información que estaba exponiendo que pasó desapercibido para mis sentidos.

Situé mis dedos cómicamente sobre su boca, achicando los ojos como una chica positivamente achispada. —Shhhhhh, te estoy diciendo algo de suma importancia, Styles. Escucha con atención y no seas un chico malo.

Harry alzó las manos con cara de vencido, no quitándome los ojos de encima probablemente para que deje de presionar sus labios como una bravucona.

—Entonces, básicamente, Julio César se convirtió en el primer emperador de Roma y el calendario era este desastre descomunal. Quiero decir, el año empezaba en marzo y terminaba en diciembre, y como era un año sumamente corto su inicio solía cambiar de estación, por lo que alargaban y acortaban el año a su conveniencia —dije, hasta que levanté el dedo índice con firmeza e hice énfasis en la siguiente palabra—. Eso, hasta que uno de Los Tres Grandes Desconocidos, Numa Pompilius, añadió dos meses al calendario de forma permanente, que son los que conocemos hoy en día como enero y febrero, y el año pasó a tener 355 días. De esta forma desalineó a los meses, convirtiéndolo en una de las cosas que mayor frustración me causa actualmente. ¿Septiembre siendo el noveno mes? ¿Diciembre como el duodécimo? ¡Agh, tan erróneo! ¿Cierto?

El chico asintió, mordiendo sus labios para no sonreír cuando cruzó los brazos con un suspiro de rendición y masculló: —Voy a matar a Louis cuando lo vea. —Tomlinson fue el que deseó «animar al ambiente» tendiéndome una cerveza. Oops.

—¡Escucha con atención, Harry! Como te estaba diciendo, ya el año empezaba el primero de enero, no obstante, desde nuestra perspectiva el día seguía quedando en días distintos. El año se desfasaba por tres meses con las estaciones ya que no se vinculaba de ninguna forma el comportamiento de la luna con el sol y sencillamente seguía siendo un desastre, hasta que Julio César dijo "¿Qué carajos? ¿No saben lo que es el jodido orden?" —El muchacho me observó de forma graciosa, arqueando una ceja—, y consultó con el segundo de Los Tres Grandes Desconocidos, un astrónomo griego llamado Sosígenes, para realizar una reforma del calendario que pasó a ser aquel que llamamos calendario juliano.